Tibet TAR – camino hacia el oeste (parte 2)

12 de agosto. 

GUGE KINGDOM.

En Tsaparang, en el punto más occidental del Tibet, se encuentran las ruinas del Reino de Guge. Nunca imaginé que el viaje hasta aquí iba a ser tan impresionante y revelador. No esperaba encontrarme con esta maravillosa ciudad construída en el siglo X y casi destruída a comienzos del siglo XVII; luego de varias guerras con el Reino de Latak que fue también parte del Tibet (hoy en India), con los afganos, e incluso con los holandeses, Guge fue finalmente devastada durante la Revolución Cultural china. 

  

Poco se sabe del Reino de Guge; no quedan tibetanos que puedan hablar o contar sobre su pasado, ni tampoco hay mucha información más allá de leyendas. Repentinamente y luego de la última guerra con el Reino de Latak en la que fueron derrotados, Guge fue abandonado. Este Reino que fue construído estratégicamente en la montaña sobre una parte de esta geografía arcillosa y arenosa, supo tener su independencia y vida propia y ser el centro de uno de los reinos más prósperos del Tibet. Hoy quedan ruinas de sus casas construídas con barro y paja sobre la montaña, su castillo, sus cuevas, túneles y capillas. Interesante imaginar como fue la vida en esta ciudad budista, en la que hoy quedan algunos restos de sus templos también pintados al estilo Kashmiri.   

  

Subimos hasta la cima donde estaba el castillo y parte de las casas seguramente de los más poderosos, pasando por cantidad de cuevas y ruinas en las que aún se pueden percibir vestigios de humo y nichos en sus paredes. Una vista excepcional desde donde fácilmente se divisa todo el valle. Durante esta visita, recordé varias veces lo poco que sé sobre la ciudad hitita Kadesh, Massada en Israel, y hasta Machu Pichu en Cuzco, y como grandes imperios y ciudades pasan a la historia luego de tanto esplendor. Habrá sido este el pasado de Guge?.

  

 

  

Comenzamos nuestro camino de regreso dirección este, ahora sí, destino Darchen, un poblado precario al pie del Monte Kailash, donde pasaremos la noche antes de comenzar nuestro kora de tres días. Volvemos a subir, y nos sorprende un frío inusual con granizo, lluvia y restos de nieve que cubre las montañas y que ayer no estaba. Cómo serán las condiciones en Kailash?.

MONTE KAILASH (KANG RINPOCHE): uno de los centros geográficos y más sagrados del mundo. 

Este monte conocido como ¨Preciosa Joya de la Nieve¨, de altura máxima de 6714 metros, es considerado sagrado por budistas e hinduístas, y también adorado por rusos y gente del mundo entero. Sitio de peregrinación para miles de tibetanos y personas que vienen desde la India a través de Nepal, pasando por todas las burocracias del gobierno chino para transitar por el Tibet; de turistas que disfrutan de desafiar la naturaleza en sus treckings y escaladas, y de aventureros como yo que sin pensarlo ni saberlo, acabo a sus pies para hacer tres días de caminanta circunvalándolo en sentido horario. 

Kailash y el lago Manasarovar son también conocidos como la fuente y naciente de cuatro principales ríos en Asia: río Karnali (gran efluente del Ganges), Brahmaputra, Indus y Sutlej.

Mañana por la mañana partiremos Doris, el guía y yo con mochila en la espalda, víveres, bastante abrigo y un saco de dormir. Entiendo que en las próximas dos noches pararemos en algún monasterio o guesthouse donde conjuntamente con muchas otras personas, pasaremos la noche para continuar nuestro kora. Los locales entrenados y que no sufren de los problemas de respiración por la falta de oxígeno, consiguen hacer en apenas 15 horas lo que nos llevará a nosotros tres días.

Ya con la mochila preparada con lo que considero necesario e indispensable, escribo desde esta posada tibetana en el poblado de Darchen que hoy parece estar completo de peregrinos indios, algunos chinos, y los menos turistas blancos que seguramente todos mañana empezaremos el camino. Encontré una ducha pública caliente frente a la posada y me dí un homenaje de despedida!. Me fui a ver el atardecer caminando por el poblado, sintiendo ya la respiración (estamos a 4700 mts), un sol bien naranja por un lado del horizonte, los Himalayas totalmente nevados hacia el otro. Hace frío, los lugareños tibetanos de piel bien oscura curtidos por el sol caminan por las dos calles de tierra y sonríen cuando me ven. Algunas mesas de billar, otros jugando dados, otros cartas. Mujeres super abrigadas y con tapaboca para protegerse del polvo. El poblado  es realmente básico pero bastante concurrido, bastantes restaurantes y mercadillos de víveres y artesanías. 

¨KK¨ – Kailash Kora

13 de agosto. Feliz cumpleaños Polito!. 

Comenzamos la caminata. El tiempo está muy frío, anoche hubo tormenta y aún está todo nublado. Caminamos y de a poco veo la gente que quizás nos acompañe en el camino. Tibetanos que no llevan casi nada en sus espaldas, algunos sólo sus hijos como si fuese una mochila, otros simplemente el ¨mane¨ para rezar. Está claro, la mayoría de ellos hará todo el recorrido en el día. Luego estamos los turistas que de a poco algunos van quedando atrás. En el primer refugio nómade ya una china, de las poquísimas que hay haciendo esto, está regresando con un camión que ha venido a buscarla y por el que ha tenido que pagar USD 200. Aquí nada es gratis!. En el refugio improvisado, porque es una auténtica carpa tibetana, una cocina a leña (aquí a bosta seca de animales) donde hay cacerolas y calderas para calentar agua. Algunas provisiones básicas, unos noodles instantáneos, bebidas y bebidas calientes. Sigue el frío, y seguimos subiendo, se nota en la respiración. Por el camino voy saludando a los locales con el ¨tashi delek¨ y conversando con mi guía y algunos otros que voy conociendo. Mi paso es firme y constante, por dentro estoy empapado del sudor pero no hay sol y hace mucho frío. Me cruzo con un joven monje, Sanji, que acabará siendo mi compañero de noche en el primer refugio donde nos hospedemos. La mayoría de los turistas, que no son muchos, han contratado un cargador (porter) para que les lleve las mochilas. La mía a mis espaldas, la preparé con lo que entendía indispensable y con el objetivo de cargarla durante todo el camino. He visto algún caballo llevando algunos que ya parecen no poder más!. Todo hay que pagarlo y bastante caro, estamos en la montaña. El Monte Kailash a nuestro lado, marcando su presencia con su nieve y su altura.

   

A las 17 hs aproximadamente y con lluvia muy fría llegamos al refugio donde pasaremos la noche. La cocina parece bastante típica de montaña, donde duermen, cocinan, reciben a los caminantes, etc etc. Hay casas de plástico y lata, otras más antiguas de material, baños tradicionales ¨no european toilet¨ (es decir, mejor no usarlos e ir a la naturaleza!), y algunas carpas. En nuestro albergue tibetano seremos un grupo de rusos, una pareja de americanos, tres italianos y un español, otro grupo de unos diez italianos,  un monje y una china, mi compañera de viaje y yo. El grupo está también formado por todos los guías de cada uno de nosotros, los porteadores de ambos sexos y variadas edades, y por ahí veo tibetanos sueltos que no parecen estar en la dinámica turística como el resto. Aunque los cuartos son con cuatro camas, mi compañero el monje Sanji y yo tendremos la suerte de no recibir más invitados!. La cocina es el sitio donde tarde o temprano vamos todos a comer lo que nos preparan, o a calentarnos. Los anfitriones, una familia y demás tibetanos, cocinan arroz, noodles, y demás cosas a base de restos de carne que simplemente adornan la sala, una cabeza, unos huesos, todo suelto y todo y todos muy integrados!. De limpieza, no da ni para hablar!. Hay un generador que se prende por una o dos horas, así que a la cama cuando ya no hay luz, tapados con todo lo que se encuentra (que por suerte es bueno y abundante), y a chalar con el monje Sanji, mi compañero de cuarto. 

  

    

Casualmente Sanji vive en Labrang, el primer monasterio que visité cuando llegué al Tibet (Amdo) el 25 de julio. No tarda en  invitarme a que vaya a quedarme en su casa en el monasterio junto con sus colegas y alumnos, invitación que algún día me gustaría aceptar. Con su inglés básico, hablamos de religión, filosofía, y me cuenta lo difícil que es viajar fuera de su ciudad, ya que los policías le impiden y le dificultan todo, incluso no le dejan quedarse en otros monasterios. Ha tenido que vestirse sin sus ropas clásicas para que no le hagan aún más preguntas y problemas. Medita duro bajo su capa, y luego le pido que rece en voz alta para intentar seguirlo. Inesperadamente, se pone a rezar cantando, un placer para conciliar el sueño bajo las pesadas frazadas y el ruido del viento. Dos días después, mi compañera de viaje Doris me cuenta que durante el camino Sanji le comentó que yo sería sin duda un excelente monje!. (plop).

14 de agosto. 

Soy el último en levantarme y junto con mi guía Sonam, tal como planeamos, salimos una hora y media atrás que todo el resto. Por suerte mi condición física me ayuda a confiar en caminar a buen ritmo y tiempo, y sin ningún contratiempo por la altura. Aunque en cada cuesta se siente que nos falta el O2, nos cansamos muy rápido, mantener un paso lento es fundamental para no tener que parar constantemente a descansar. Salimos a las 8.57 AM, y en el camino me encuentro con el resto de los grupos y demás nuevos tibetanos. De a poco las ofrendas de ropas y montoncitos de piedras comienzan a abundar; unos rusos afeitándose la cabeza en señal de ofrenda me llaman la atención. Mi guía queda atrás, y así voy dejando a muchos. Por el camino algunos tibetanos hacen prostraciones, otros de religión Bon (anterior al Budismo), caminan en sentido contrario a nosotros que lo hacemos en sentido horario como todos los budistas. Hoy es un día difícil, habrá que caminar muchos kms y bastante cuesta arriba hasta pasar el paso de más de 5600 mts. Sale el sol entre las nubes, pero hace frío, hay nieve al costado del camino. Tibetanos de todas las edades son mi guía y mi ayuda para seguir. Con pocas palabras, una sonrisa o un simple gesto, me voy haciendo amigo de unos y otros con quienes simplemente compartimos una galletita o un simple descanso de un par de minutos, sin aliento, pero admirando la naturaleza impresionante. Luego de una subida empinada, comienzo a ver las banderitas de colores típicas tibetanas (praying flags) que sé que me señalan que estoy cerca del punto más alto. Una mezcla de emoción sin aliento me invade; me acuerdo inmediatamente de mi hermano que amaba la montaña, del resto de mi familia, y de muchos queridos amigos que me acompañan en este camino. En voz alta le cuento todo eso al sagrado Kailash, a mi diestra, imponente y receptor de millones de rezos y plegarias de todos los que pasamos por allí. Al alcanzar el punto más alto de nuestro camino que rodea al monte, la gente reza, se prostra, medita o simplemente se relaja. 

  

  

 

 

 

Sigo mi camino cuesta abajo, mi kora es ¨el camino¨y no el lugar. En tres horas y quince minutos llego al primer refugio, sin haber pensado que conseguiría un tiempo tan bueno. En la mochila me quedan algunos panes y galletitas que comparto con los tibetanos que descansan dentro del refugio. Todo a base de gestos, miradas que transmiten sorpresa, quizás porque no esperan que un turista blanco comparta lo que lleva. Té caliente, y junto con otros que van llegando continuamos cuesta abajo. A las 16.50 llego al sitio donde pasaremos la segunda noche. Con un sol fuerte que aún calienta y quema, aprovecho una inesperada manguera con agua helada para hacerme una trapeada y lavada reconfortante al asombro de los caminantes y locales que sonríen al verme tan blanco sin camiseta!. Ya oscureciendo llega Sonam, mi guía, con la noticia de que en el sitio más sagrado, mientras colocaba sus banderitas de colores como ofrenda y rezaba, le robaron la riñonera con nuestros permisos, sus documentos y todo el dinero. Consiguió encontrar sólo nuestros permisos esparcidos entre las piedras y el barro, no así el resto de sus pertenencias. Más allá de lo importante que puedan ser todos esos documentos, que sin duda lo son y mucho en este sitio, importa la actitud de quien en un lugar así pueda actuar con tanta mala fé. Sin duda una enorme dificultad para Sonam, y más aún, para el karma de quien le ha robado en el sitio más sagrado del Kailash. Bastante para pensar y meditar…

 

  

15 de agosto. 

Nos queda la parte más fácil del recorrido. Un día soleado y un camino casi sin dificultades, únicamente los acantilados que acompañan al río que cada vez toma mayor fuerza. La esperanza de Sonam de encontrar sus documentos tirados al borde del camino se va desvaneciendo, porque obviamente quien se apropió del dinero debió deshacerse de los papeles de forma inmediata. Su esperanza se va transformando en un aprendizaje que lleva con optimismo, y quizás como gesto inconsciente de ofrenda, desprendimiento y desapego material. La base del budismo. Sin duda una enseñanza silenciosa para mí también.

  

  

 

LAGO MANASAROVAR

Se acabó el kora tan esperado, y con él también una fase final de nuestro viaje tibetano. Muy cansados, pero felices de haberlo conseguido, nos dirigimos a pasar el día y la noche al borde del Lago Manasarovar, también sitio sagrado y de peregrinación de tantos. Hasta este lago llegaron las cenizas de Mahatma Gandhi, según leo en un cartel al borde del mismo. 

Un sol espectacular da brillo al azul del agua, los Himalayas de fondo con sus picos nevados. Parece que en este poblado al borde del lago no hubiese nadie, aunque seguramente de a poco llegarán turistas en escala poco más que obligada camino del Kailash o del oeste. 

  

  

Esta paz invita al relax y al baño!. Dicen que la gente viene desde la India y Nepal y más lejos aún para bañarse aquí y borrar sus pecados. Del fondo de mi mochila y ya casi olvidados, short de baño y sandalias, y ¨al agua pato¨!. Camino lejos del poblado, dejo atrás unas pocas carpas de turistas, y así como llegué al mundo me sumerjo a ver si quedo bien leve y limpito!. Agua fresca, nada fría para los que nos animamos en el océano Atlántico en las costas del este uruguayo. Espectacular; un momento más para disfrutar solo de agua y sol, montañas y cielo azul. Un par de perros pasan delante de mí sin siquiera mostrar curiosidad, decididos en su kora alrededor del lago sagrado. 

En la posada donde nos hospedamos una pareja de anfitriones locales curtidos del sol nos ofrecen su cálido servicio. Mi cuarto lógicamente sin agua ni baño ni nada, con su palangana y termo de agua caliente, ya a esta altura es un oasis!. Doy gracias por la ventana que me permite ver hacia el pequeño monasterio que forma parte de la colina. Por la noche, cervecitas marca ¨Lhasa¨ con Kelsang nuestro conductor, y como en todos estos viajes, los turistas que nos encontramos en la sala/cocina para compartir nuestras experiencias y reir un poco. Es interesante como rápidamente los extraños se transforman en amigos de toda la vida… un trío de vietnamitas alucinados con todo lo que sea español, consiguen que les cante un bolero de Luis Miguel, lo único que me acordaba y que seguro no comprendería absolutamente nadie de los presentes. Vaya éxito… siempre me ha gustado el karaoke, esta vez, a capella!.

  

Un atardecer inesperado y lleno de colores y matices amarillos y naranjas nos despiden iluminando los Himalayas y tiñiendo las nubes que cubren el lago.

 

  

 

A LEARNING EXPERIENCE

Sin duda mi viaje al Tibet acaba lleno de vivencias y aprendizajes, algunos que hoy ya reconozco, otros que sin duda irán desvelándose con el correr del tiempo. Durante mi viaje le he dedicado más tiempo que nunca al blog, que hasta el día de hoy aún escribo en ¨off¨ sin poder colocarlo en internet. Durante casi dos semanas he estado desconectado y a la vez más conectado que nunca conmigo mismo, con Dios, con la naturaleza y con los queridos.  

Nos dirijimos hacia el este como indica nuestro itinerario, el cual hemos cumplido a rajatabla como impone la autoridad china.  En 48 hs tendremos que cruzar la frontera con Nepal, ya que se cumplirá el máximo de treinta días que nos autorizan en el visado de turista para estar en territorio chino. Me llevo muchas emociones, algunas de ellas contrapuestas, especialmente las que tienen que ver con la situación que sufre el pueblo tibetano luego de la llamada ¨liberación pacífica¨ china de 1950 y que aún hoy continúan defendiendo. Me llevo una experiencia especial y un mensaje cada vez más fuerte de hacia donde quiero ir en esta vida. 

No hace falta venir al Tibet ni hacer un viaje por Asia para entender y sentir que la única forma de ser feliz y y darle un sentido profundo a la vida es a través de compartir, de dar y recibir amor. Algo que es tan simple y tan gratuito para todos, que tenemos a nuestro alcance donde sea que estemos, pero que sin embargo nos cuesta tanto reconocerlo y llevarlo a cabo. En estos sitios de conflicto, control brutal, de censura y opresión, de inmensa fé y devoción, de energía y reunión de fieles y peregrinos, es el mensaje que hoy refuerzo dentro de mí y quisiera compartir con todos ustedes. 

¨Demo!¨(Adiós en tibetano).

 

 

P.E. El último día en el Tibet, hoy China, viajamos hacia el sur dirección Nepal, hacia el principal y casi que único punto de frontera. Como todo punto fronterizo, una mezcla cultural predominantemente nepalí, en un poblado donde se les autoriza trabajar sin pasar los límites del pueblo, es decir, sin dejarlos ir hacia el norte. Mujeres cambistas que te visitan hasta dentro del cuarto de hotel, camiones por doquier, lluvia, humedad, gente que viene y va. Un sitio geográficamente espectacular, con una vegetación y montañas con ambiente húmedo, a una altura bien menor que lo que estábamos acostumbrados. 

 

 

El día del pasaje, en la aduana china, me confiscaron el libro Lonely Planet de Nepal, porque en una página hace mención al Dalai Lama… sí, en UNA página!. No era para discutirles, no quisieron arrancar la página, y me dijeron con cierta amabilidad inusitada, que era la normativa, y que lo lamentaban, pero que no podían dejarme salir de China con ese libro con información censurada. Así que  me fui con la censura en la propia sangre!. Una sonrisa, y cruzamos el famoso Friendship Bridge, dejando atrás a los soldados rígidos chinos, siendo bienvenidos por la informalidad y sonrisa de los nepalíes!. 

  

  

 

3 comentarios en “Tibet TAR – camino hacia el oeste (parte 2)

  1. Querido Juancho, admirado por todo lo que estas contando y con gran pena de no poder acompañarte. Realmente hay que vivir estas experiencias para poder darse cuenta lo chiquito que somos en este mundo!! En estos momentos se me viene a la cabeza un montón de cosas, y la más fuerte es pensar con mucha tristeza e impotencia en mi hermano Mauricio.
    Se qué estas viviendo imágenes a diario, y que esta más que presenté en estos momentos.
    Por el y en honor a el disfruta de estas bellezas y vivencias que muy cerca nuestro esta.
    Te quiero mucho y cuídate!!
    Pablo

    • Así es hermano, me encantaría que pudieras compartir algo de esta experiencia. Pero intenta no sentir impotencia, porque no es eso lo que tenemos que vivir, sino que todo lo contrario: fuerza para querer seguir adelante siempre, como sea, aprendiendo de las dificultades y transformándolas en learning assets. Yo tb te quiero mucho. j.

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