El regreso. Volando hacia Paris.

 

 

Escribo desde el avión. Un vuelo de doce horas y media desde Bangkok hasta Paris, de Asia a Europa, de oriente a occidente, del calor al frío, y de tantas otras cosas más. Todo acaba y que suerte que es así. Eso me hace más consciente y dueño de mi  mismo.

Francia será un tránsito de algunos días para continuar mi jornada hacia Sao Paulo, y definitivamente hacia Uruguay. Una visita calurosa a mis sobrinos en Lyon será el primer paso de reencuentro con mi familia y mi vida. Le seguirá la gran Sao Paulo, donde el reencuentro ser¡guirá con mi querida Anja y tantos amigos que hoy forman parte de mi familia brasileira. Finalmente, como prometido, unas Navidades en Uruguay junto al resto de mi familia, y allí sí, el ancla final de este viaje que comenzó cuando dejé Montevideo el 15 de marzo pasado. 

Podría escribir tantas páginas en el blog o más de las que ya escribí durante toda esta experiencia en Asia contando como me siento. Sin duda el contenido de mi aprendizaje personal se irá decantando a medida que vaya retomando mi vida occidental con los míos y en ¨lo conocido¨. Quizás muchas cosas cambien, quizás no, pero lo cierto es que de una u otra forma yo he cambiado. Y me encantará ir descubriéndolo de a poco, ajustándolo y adaptándolo a mis relaciones y a mis rutinas.

He cambiado por dentro y posiblemente ni yo y mucho menos los que me conocen lo percibamos. Luego de tantos meses fuera me pregunto como será el reencuentro con las personas queridas, con lo conocido, con lo que siempre fue mi círculo de control y confort. No lo sé exactamente, parecerá inicialmente normal y habitual, como me lo ha parecido cada una de las dos veces que me encontré con Celso y Marcela. Pero en mi fuero íntimo llevo un conjunto de vivencias que seguramente condimentarán mi vida y mis relaciones. 

En esta primera evaluación que quiero compartir con este diario y con quienes me han seguido a través de él agradezco, como intento hacerlo a diario, por la posibilidad que he tenido de iniciar y finalizar tan bien esta fase de mi vida. Agradezco lo aprendido conjuntamente con quienes físicamente me acompañaron en algún momento del viaje: mi tío Raúl, Celso y finalmente Marcela, así como los compañeros que fui encontrando en el camino: Doris, Nelson, Shige, entre tantos otros. Agradezco a quienes me acompañaron emocionalmente, desde esta lectura, desde la reflexión y la oración. Agradezco a los que no están y también me acompañaron, sin duda presentes en tantos momentos de esta experiencia. Agradezco a ese Dios que también me ha acompañado y me ha enseñado a estar más cerca de sí y de mi mismo.   

 

Tailandia – Al sur: Koh Phi Phi y Koh Lanta

DESCUBRIENDO EL TURQUESA MAR DE ANDAMÁN.

La despedida de Tailandia y de mi viaje por Asia no podría haber sido más pintoresca y llena de colores y comfort como lo fue!. Decidimos viajar al sur del país y descubrir algunas de sus islas maravillosas en el Mar de Andamán, en la costa oeste. Paisajes repletos de colores de atardeceres sobre el mar azul y turquesa, islas e islotes que sobresalen formando enclaves increibles con calitas de playas paradisíacas, abundancia y vida marina que ofrece deliciosos platos de pescados y mariscos que se transforman en un ¨must¨ difíciles de evitar. Barcos, buceo, snorkling y mucha paz que sin duda supimos encontrar aún en sitios que podían estar también muy concurridos. 

Viajamos hasta la ciudad de Krabi y desde allí en barco a la isla de Phi Phi. Una isla conocida por su belleza rocosa y una película de Leonardo Di Caprio, aunque muy turistizada. Recorrimos la misma en un día de lancha, aprovechando a darnos unos baños maravillosas en aguas cálidas, hacer snorkling y reir. Qué mejor?. 

El atardecer lo vimos en medio del mar; nuestra lancha paró y apagó los motores, pero como estábamos en un sitio supuestamente con tiburones y muy profundo, no nos invitaron a bañarnos. No pude evitar salirme del grupo y conseguí la autorización para zambullirme y desde el mar, flotando, contemplar un maravilloso atardecer de naranjas, rojos y amarillos. Me acordé de mi Padre a quien dediqué este baño de casi 10 minutos, sin duda único, guardado en mi retina e inspirador de momentos de paz. 

De Phi Phi nos fuimos a la isla de Lanta, donde nos esperaba un increible resort apartado del ruido, sobre la playa tranquila del sur de la isla, que prometía y apostaba a ser el sitio de relax, comunión y despedida con Tailandia, Asia, y mi viaje. 

Sin duda alguna nuestra estadía en el Pimalai fue memorable. Aproveché para bucear y también despedirme de la fauna y flora marina que conocí en los diferentes destinos azules que tuve oportunidad de visitar durante el viaje. Naturaleza marina que sin duda alguna me mostró lo que hasta ahora no había conocido; peces y colores, temperaturas del agua, plantas y silencios que me invitaron a reflexionar.

Yo buceando en las cavernas de Koh Haa

No nos faltó oportunidad para despedirnos de la comida tailandesa y de la amabilidad llena de confusión de los isleños, que aún con su tradicional saludo cordial de manos junto al pecho, muchas veces logró crearnos situaciones que acabaron en carcajadas. 

Tailandia – Bangkok

Bangkok sería sin duda un destino obligado durante la estadía en Tailandia. Ya había pasado por la ciudad otras tres veces en tránsito hacia otros destinos regionales y lo poco que había visto indicaba que se trataba de una gran ciudad. Inicialmente creí que un par de días sería suficiente para tener una idea de la famosa y renombrada capital; sin embargo, ni dos, ni tres, ni cuatro fueron suficientes!. Adaptamos nuestro viaje para darle ocho días y renunciamos a la correría de ¨llegar, mirar, salir, viajar y correr¨, tomando esta urbe como sitio de relax dentro del caos que la caracteriza. Y no nos equivocamos!. 

Bangkok sería el punto de encuentro con mi amada amiga Marcela quien decidió ser fiel a su deseo de venir a Asia a encontrame, compartir mis últimos días en Tailandia, y acompañarme en este regreso de tan importante aventura. Sabía que su cortísima e intensa estancia de una semana sería un momento de alegría y fiesta para todos, y sin duda alguna, me ayudaría a poner un otro ¨pied a terre¨ en mi retirada hacia occidente. Con su llegada, la Fase IV (fase final) de mi viaje comenzaría.

Como mencioné en el primer blog de Tailandia, los conflictos y protestas políticas nos recibieron dejándonos un poco dudosos por sus repercusiones y alcance. Sin embargo rápidamente, y como todo en la vida, nos acostumbramos a evitar los sitios de conflicto y eludir así posibles inconvenientes. Los tailandeses, que suelen manifestarse bastante, tienen un histórico de incidentes a los que de ninguna manera queríamos acoplarnos.

Bangkok es una gran metrópoli de casi diez millones de habitantes que tiene una comunidad china muy importante que data de los tiempos de su histórica ocupación y posterior actividad comercial. He leído que posiblemente más del 50% de su pobación tiene alguna relación con los chinos… 

Alcanza con visitar el espectacular barrio Chinatown para comprender claramente esta influencia!. Particularmente no soy un gran aficionado a esta cultura, pero debo reconocer que fui dos veces al Chinatown para visitar los templos budistas chinos caracterizados por sus clásicos Buddhas gordos y sonrientes y sus rituales de innumerables inciensos que los diferencia a simple vista del resto de los templos tailandeses y regionales Theravada. 

Asímismo, son espectaculares sus mercados de comestibles que aparecen de repente en los alleys y se prolongan por cuadras y cuadras, ofreciendo inimaginables productos crudos y cocidos (desde murciélagos en escabeche, víboras en conserva y su tradicional pescadería, hasta las vísceras más inusuales, vegetales y productos milenarios). Aquí la limpieza no es el común denominador y ni que hablar los olores y la amabilidad de sus comerciantes. Pero es así, nada nuevo para quien ya conoce un poco la impetuosidad de su gente!. 

Chinatown, al igual que toda Asia y sin duda toda Bangkok, es un mercado de comidas callejeras que abundan por todos los rincones. Recuerdo cuando llegué a Malasia al principio del viaje y todo eso me llamaba la atención, incluso traía en mente que lo que fuese comida de calle no era lo ideal para mi estómago, ya que implicaba un riesgo potencial de diarreas e intoxicaciones que me podrían hacer pasar muy malos momentos. Pero como cambian las cosas…!!. Ya con mi compañero Tío Raúl aprendí que el mejor restaurante chino puede sin duda alguna ser el más asqueroso y menos higiénico que aparezca por la calle!. Desde esa experiencia positiva no dudé en probar y comer todo tipo de auténticas y originales delicias que fui encontrando en los diferentes países, y Bangkok no fue una excepción. Uno no puede preguntarse si hay agua corriente, ni pensar mucho como lavan los platos o como mantienen refrigerados los mariscos e ingredientes de esas sopas y arroces olorosos. Más vale ver el resultado final, la habilidad del chef, y si es posible, identificar aquellos puestitos (stalls) que tengan mayor clientela, en lo posible local, que garantice el movimiento y la rotación. Lo bueno de mi experiencia y de mi confianza ayudó, aunque no siempre, a que Celso y luego Marcela arriesgasen con algunas comidas callejeras, incluso frutas peladas que son características en Tailandia. Las habilidades de los artesanos chefs en el manejo de la cuchilla y/o el wok llaman la atención inmediata de todos quienes disfrutamos de la buena cocina. Por suerte, nunca un desenlace negativo!. 

Bangkok está dividida en varias regiones y barrios, pero la más tradicional, céntrica y antigua es la que se encuentra a orillas de su río principal, y se conoce como Riverside. Este río oficia de eje turístico, comercial y de transporte fluvial y conecta de sur a norte con los principales canales que también caracterizan a esta metrópoli asiática. En nuestra semana de visita en la misma, decidimos que instalarnos al borde del río sería no solamente pintoresco y estratégico para nuestras actividades turísticas, sino que también nos aislaría de las regiones más conmovidas por las protestas y los preparativos por el anversario de monarca. Relamente fue muy acertado y espectacular, así como práctico y fácil, aprovechar el transporte y las hermosas vistas decoradas por los navíos, lanchas, barcos y barcazas que diariamente circulaban por este accidente fluvial. 

Bangkok es una ciudad caracterizada por su tránsito insoportable y ensordecedor, por lo que la opción de utilizar el transporte  público fluvial ayudó a escapar de los atascos, las negociaciones con los taxistas y tuk tuks. Sobre las márgenes del río se sitúan varios de los principales templos (Wat Arún, Wat Pho, Palacio Real, entre otros), así como varios mercados de artesanías, souvenirs, amuletos y comidas. Bangkok tiene innumerables mercados (también shoppings para todo los gustos y ostentaciones) donde la actividad comercial es incesante y hasta muchas veces estresante, especialmente para quienes no disfrutamos de las aglomerciones, las búsquedas de gangas y el clásico y necesario regateo para fijar un precio medianamente justo. Se encuentra de todo y generalmente los precios son bajos (siempre más caro que Vietnam, Laos, Camboya y ni que hablar Myanmar), y como dicen Celso y Marcela, hay que venir a Tailandia con maletas vacías para irse cargado porque ¨hay de todo¨!. Por suerte personalmente me mantuve con mis 15 kgs en mi mochila y mis experiencias comerciales se limitaron a ayudar a mis compañeros!. 

Entre los edificios más impresionantes que visitamos en la ciudad destaco los templos budistas Theravada repletos de imágenes de Buddha doradas (una de ellas enchapada en Chinatown en oro 24 k) en sus variadas posiciones (reclinado, sentado, en pie y acostado) y ¨mudras¨ (posiciones de las manos y piernas que indican por ejemplo meditación, iluminación, pedido de lluvia, etc). Templos con inmensas estupas decoradas con cerámica o pintadas en oro; techos a dos aguas  altísimos característicos del estilo Theravada decorados con colores y Nagas (víbora protectora) en sus vértices, leones y dragones, imágenes de Apsaras y Diosas, y hasta en algunos de ellos, imágenes de la vida de Buddha y de los principales monjes iluminados, una especie de santos próceres del budismo tailandés. En algunos pocos templos hay mezcla de imágenes de Dioses hinduístas, principalmente Ganesha, Shiva, Brahma y Vishnu, típicos de la época en la que el brahamanismo precedió al budismo y convivió junto a este. De hecho, ambas ¨religiones¨ conviven pacíficamente y se mezclan sin ningún tipo de rechazo entre sus seguidores y fieles.

El Palacio Real y su templo del famoso Buddha de Esmeralda (en realidad de jade), digamos exactamente el primero y más antiguo de los tres palacios que actualmente se encuentran en la ciudad, son conjuntamente con los templos Pho y Arún los más impactantes y deslumbrates que he visitado en Tailandia. El tamaño de sus edificios, el colorido de sus piedras e intensos dorados, su opulencia y la majestuosidad de sus altares impiden que pasen desapercibidos aún ante los ojos de turistas como yo que durante mi jornada asiática debo haber visitado fácilmente más de ciento cincuenta templos y palacios. Disfruté de compartir junto con Marcela la visita a algunos de ellos y observar su asombro por tal maravillosa arquitectura y tesoros. En el Palacio Real, y junto al mausoleo de sus Reyes, existe una réplica en ¨miniatura¨ del templo de Angkor de Camboya, que supo ser parte del dominio siamés durante sus conquistas posteriores al S XIII o XIV. Un tesoro que sin duda la humanidad debe reconocer como legado de una época majestuosa del Imperio Khmer. Reencontrarme con esta estructura, aún siendo una réplica, revivió las fantasías del posible pasado que esconden sus espacios y los recuerdos de nuestras vivencias recorriendo sus galerías al amanecer.

En Bangkok continuaron los masajes y las experiencias culinarias; sin embargo, los primeros dejaron de interesarme y decidí renunciar a ellos y descansar en el balcón del hotel admirando el ir y venir de barcos que navegaban por el río. No conseguí evitar las tentaciones de las delicias tailandesas y aunque nuestro desayuno era poderoso y acopiador de energías y calorías, encontrábamos siempre excusas para deleitarnos con cenas bastante originales. La cerveza local, de preferencia las marcas Chang, Leo y Singha fueron las elegidas para calmar la sed del calor de la ciudad. 

Quisiera recordar la experiencia vivida el 5 de diciembre con la celebración del aniversario del Rey, en la que fuimos invitados por el hotel a unirnos en el lobby a cantar y encender velas junto con su personal y toda la nación, live, a través de una televisación donde el país entero haría lo mismo. Interesante, diferente. 

Por último, en Bangkok nos vimos obligados a hacer un ejercicio de desapego material y control emocional, similar al que ya habíamos experimentado en Vietnam. Sorpresivamente y sin siquiera aún comprender como aconteció, perdimos la cámara de fotos que habíamos comprado para reemplazar la falta de nuestros teléfonos celulares luego del hurto de Vietnam. Intentamos todas las gestiones y seguimos todos nuestros pasos, incluso movilizando al personal del hotel, las cámaras de seguridad y la policía interna del mismo, pero todo fue en vano. Con la pérdida de esta otra cámara fotográfica se fueron todas las fotos que obviamente no habíamos conseguido respaldar desde Vietnam hasta Bangkok… Ufffff  ….. Es cierto que todo es atemporal y que todo puede pasar en cualquier momento, sin esperarlo, sin planificarlo. Lo difícil es aceptarlo y controlar las emociones de infelicidad y conflicto que se generan en cada uno de nosotros, incluso de frustración. Pero nada es imposible!. Todo quedará en nuestra retina!. 

 

Tailandia – Chiang Mai y noroeste

La llegada a Tailandia fue sin duda un reencuentro con el calor del sudeste asiático, un ¨abrazo¨ de las tierras que me han acompañado en una gran parte de todo mi viaje por Asia. Tailandia es el último destino del Asian Tour, y el último país del Asean por conocer. He dejado como final de mi viaje un país del que he escuchado mucho hablar, destino de muchos, imágenes de islas de aguas turquesas e historia, de sabores y sonrisas. Será realmente así?. A esta pregunta le apuesto entonces tres semanas y la despedida de todo mi recorrido. Espero que mi llegada ya fuera del verano y de la época de lluvias me ayude a disfrutar de su cultura sin tener que correr a refugiarme en los sitios con aire acondicionado!.

Un país de aproximadamente 67 millones de personas donde el 95% son budistas y el resto musulmanes. El 75% de sus habitantes son de origen tai y el 14% de origen chino, una población que se deja notar en las principales ciudades y en las fronteras, donde imponen como siempre su cultura y su actitud tan diferencial… uffff…. 

Tailandia es una de las principales economías del sudeste asiático y de toda Asia, con un crecimiento muy significativo y a la cabeza de todos sus vecinos, China aparte. Los productos tai los he encontrado en todos sus vecinos, generalmente asociados a productos de mayor calidad y precio. Y sin duda regionalmente lo son.

Una monarquía parlamentaria increiblemente con una división política interna muy marcada. Nuestra visita a Bangkok coincidió con las revueltas que seguramente están viendo en las noticias entre los simpatizantes del gobierno (rojos) y los de la oposición (amarillos). Estos últimos son los partidarios de la monarquía y contra el regimen de la actual Primer Ministro, la hermana del derrocado y exiliado en Dubai ex Primer Ministro, Thaksin Shinawatra. Las conjeturas de la oposición y principal razón de sus luchas es que detrás de su gobierno está su hermano dirigiendo el país. Él fue derrocado en 2006 en un couple détat con apoyo del ejército y el visto bueno tácito del Rey.

El día 5 de diciembre fue el cumpleaños del amado Rey Rama IV de 86 años, que ha reinado en el país por 67 años. Toda una fiesta para un líder considerado Santo, pero que parece estar bastante débil de salud y separado de sus funciones políticas. 

Las revueltas y manifestaciones están apoyadas principalmente por jóvenes y estudiantes, tailandeses del sur y aristocracia. Al contrario de lo que podría ser la tendencia mundial, este grupo de opositores se manifiesta en las calles de la capital reclamando un cambio en su régimen político y de gobierno donde exista una mayor incidencia monárquica y una menor democracia. Los parlamentarios de la oposición han renunciado a sus cargos y el país está cada día más revolucionado, especialmente en un momento del año en el que reciben a su mayor cantidad de turistas.

Por lo que he aprendido y percibido, los tailandeses son realmente activos en expresar sus creencias y manifestar sus descontentos. La historia del país tiene ya decenas de revueltas en las que siempre acaban contando muertos, especialmente jóvenes. Triste, poco imaginado por quienes venimos de fuera con el preconcepto que Tailandia es sólo playa y placer. Error!. 

 

CHIANG MAI

Comenzamos la visita al país por el noroeste, por Chiang Mai, la segunda ciudad más poblada del país donde teóricamente es un buen destino de escape de la locura de la capital.

Sin conocer Bagkok, pero viniendo de Tokyo, Chiang Mai no me impactó ni me apabulló. Debo reconocer que llevo ya un tiempo recorriendo países y ciudades de todo tamaño, culturas y religiones, por lo que tampoco esperaba una gran sorpresa. Sin embargo, aunque rápidamente me readapté al calor y al supuesto desorden de sus calles, la invasión turística me dejó bastante sorprendido. Esto no lo había sentido en todo el viaje; turistas por doquier creando sus propios espacios y sin duda infectando la autenticidad de la cultura local. En realidad ya estaba advertido que Tailandia sería un país con una presencia turística importante, pero no creí que mi sentimiento sería tan negativo hacia eso. Justamente todo mi pasado en Asia estuvo casi que coincidiendo con las bajas temporadas, la época de lluvias, los destinos turísticos menos comunes y las regiones muchas veces menos visitadas. 

Rápidamente comencé a entender que era la primera vez que me exponía en un sitio donde debía compartir con tantos otros de mi mismo origen occidental … y muchos asiáticos también!. Chinos… ufff jajajaja!!. Me di cuenta que mi viaje había bruscamente cambiado; de ser uno de los pocos y poder experimentar culturas y relaciones auténticas con los locales, a muchas veces sentir cierta impetuosidad y poca permeabilidad por parte de los anfitriones. Esto se repitió durante las tres semanas que pasé en el país, y aunque me fui adaptando como a todo en la vida, nunca dejé de sentirlo y manifestarlo. 

No puedo juzgar negativamente a un país que tiene una cultura tan especial y deliciosa, pero sí opino que se trata de un destino asiático en el que cada vez es más difícil identificar sus raíces y aislar a los turistas. Lamentablemente su apertura ha creado una industria que genera millones y millones de ingresos y mantiene a gran parte de su población activa (apenas el 1,2% está desempleado). Muy diferente a lo que experimenté en otros países de mi viaje, lo cual agradezco y valoro inmensamente, porque me ha ayudado a entender y sentir ce cerca lo que aquí en Tailandia me ha costado un poco más. 

Chiang Mai es una ciudad con una parte fortificada, centro de las principales atracciones y mercados de comestibles y artesanías (que obviamente están atiborrados de turistas que compran con ansiedad creyendo que todo es muy pero muy barato!). Una ciudad como casi todo el país, repleta de templos budistas Theravada como los que conocí y describí en mi visitas a Myanmar, Laos y Camboya. Same same, but different!.

Entendí que una de las formas más acertadas de descubrir la cultura tailandesa y sí diferenciarla de mis experiencias anteriores, era profundizar en su culinaria, algo que siempre me había llamado la atención y traía sin duda alguna como uno de mis objetivos principales en este país. Y ciertamente no me equivoqué!. Me llegaron a preguntar algunos turistas con los que me encontré qué me había sorprendido más en Chiang Mai. Mi respuesta: su deliciosa comida!. Bueno, aquí también el turismo ha contaminado las tradiciones y hay que pedir especialmente que los platos lleguen a la mesa con total estilo tai, sin restarle sabores y especialmente picante, distintivos en toda su cocina. Lemon grass, coriandro, coco, lima, gengibre, pimientos son algunos de los sabores que no faltan en sus platos. Sopas Tom Yum llenas de sabores y condimentos, Phad Thai noodles, mariscos y pescados por doquier, así como pollo, cerdo y carne. Sabores agridulces y fuertes, picantes, vegetales siempre en su punto y crocantes. Colores y variedades que nunca cansan, sino que para quienes disfrutamos de estas características, llegan a generar cierta adicción por comer más y cada día disfrutar mejor de cada uno de sus platos.

Chiang Mai está situada al norte del país y rodeada de montañas, vegetación exhuberante y fauna increible. Por todas partes nos ofrecen visitas a zoos, actividades para andar en elefantes y hasta compartir sus cuidados, pero no optamos por ninguna de ellas, ya que en su gran mayoría implican cierta sumisión y trabajos ridículos por parte de los animales que nos parecen totalmente contra su naturaleza. Sin embargo, decidimos con total acierto hacer el Flight of the Gibbon, una aventura por sobre las copas de los árboles de más de 35 metros en la que se recorre un circuito en altura con cuerdas y cables, literamente ¨volando¨ y sintiendo una adrenalina indescriptible!. Nos equiparon con seguros arneses y cascos, y allá fuimos a caminar y a desplazarnos por las cuerdas que unen estaciones en y sobre las copas de los inmensos árboles. Al principio un poco de miedo, quizás de respeto, pero luego la adrenalina se transforma en un vicio que pide más y más altura, más y más distancia entre árbol y árbol, más y más vuelo!. Alucinante!. 

 

Chiang Mai fue el momento adecuado para que además de visitar decenas y decenas de templos budistas, algunos hinduístas y algunos de mezcla de ambas religiones, pudiésemos tener una nueva experiencia de iniciación a la meditación y al budismo. Una pendencia que personalmente tenía con Celso, quien cada día se mostraba más interesado en su profundización, y ya mis aportes y explicaciones parecían insuficientes para completar su primer contacto con tan increible filosofía. Fue así que encantados de la vida nos dirijimos a un retiro de escasos dos días para aprender estas básicas en grupo (lamentablemente TODOS occidentales…). El resultado no podría haber sido más interesante para él, y sin duda también para mí, al ver y sentir que mis previas experiencias habían calado fuerte y hondo en mi mente y en mi consciencia. Experiencia TOP, especialmente cuando es compartida con una persona querida!. 

Finalmente, Chiang Mai también fue el inicio de otra experiencia típicamente tailandesa que nos acompañaría por el resto del viaje y por todo el país: masajes!. Desde el primer día nos zambullimos en las casas de masajes que abundan por todas las ciudades y no faltan en todos los rincones del país. A precios de apenas USD 8 por hora (y de allí en adelante), te invitan a relajarte en sillones o camastros, luego de escoger en un auténtico menú el masaje de tu preferencia, de un tipo u otro, con mayor o menor fortaleza, en una u otra parte de tu cuerpo, de uno u otro estilo, a dos, cuatro o seis manos, ETC! (con mayúscula). Sin duda los tailandeses llevan la escuela de masajistas gravada a fuego en su cultura y es impresionante como respetan y veneran esta tradición. En sitios incluso públicos, en espacios creados por sillones improvisados, o en peceras de incansables mujeres que invitan a entrar repitiendo ¨masage Sir!!!¨, los masajes en este país son sin duda alguna un sello de relax y disfrute que ayudan a relajar y dar un respiro placentero en cualquier momento del día!. 

En algunas casas de masajes incluyen también peceras con pequeños pececitos que textualmente limpian las impurezas de los pies y de cualqueir parte de la piel que se les brinde!. Yo los había experimentado naturalmente en una cascada en Brunei y realmente había sentido poco confort al tenerlos invadiendo y mordiendo TODO mi cuerpo!. Un cosquilleo molesto que no me interesó en repetir. Sin embargo mi compañero no dudó en darles de comer!.

 

HACIA EL OESTE, DIRECCIÓN FRONTERA CON MYANMAR.

Desde Chiang Mai salimos en autobús hacia la frontera con Myanmar, a la provincia de Mae Hon Son, al noroeste del país. Nuestro objetivo era alejarnos de la ciudad y experimentar unos días de auténtica cultura tai en sitios con escaso turismo, intentando obtener el sabor de las diferentes etnias que pueblan los sitios de frontera con China y Myanmar. De ambos países hay miles de refugiados que ya son parte de la cultura tailandesa y marcan color y sonrisas que sin duda alguna quise ¨abrazar¨ para recordar mis experiencias especialmente birmanas. Etnias Akha, Lahu y Lisu (originarios del Tibet), Hmong (sur de China y Laos), Karen (Myanmar) y Mien (China) fueron algunas de las principales que pudimos conocer y reencontrar en estos días de viaje terrestre por las selvas del norte. 

A decir verdad teníamos una alta expectativa de reencontrar la población de myanmaros que supe conocer en mi visita al sureste de Myanmar, pero ni la cercanía de escasos pocos kilómetros con la frontera entre Tailandia y este país, nos dejaron ver la autenticidad que recordaba. Nuevamente un ejercicio de expectativas no colmadas y una ¨tailandización¨ (acabo de inventar la palabra) de sus pobladores requirieron de un mayor esfuerzo por encontrar e identificar las costumbres puras que yo traía en mi mente y de las que no había parado de hablar con mi compañero. 

Sin perjuicio de ello, aprovechamos junto con un calor adicional, a disfrutar de mercados callejeros, comidas auténticas en plena calzada, olores y sabores aún desconocidos, y las sonrisas de los miles de monjes que nos recibían en los templos, esta vez sí, mirándonos con un poco más de curiosidad por tratarse de extranjeros ya menos habituales en estas regiones. Eso, para mí, valió el viaje!. 

Visitamos el poblado de Pai, una localidad frente al río donde abunda el turismo de locales, chinos y occidentales que prefieren dejar de lado el confort y el lujo para disfrutar de la naturaleza, una vida más alternativa, y sin duda alguna las fiestas!. Una noche fue suficiente para comprender que no era allí donde encontraríamos la esencia tailandesa de frontera que buscábamos, y seguimos nuestro camino.

Conocimos Mae Hon Son, una pequeña ciudad de casi frontera, con templos de enorme influencia myanmara, deliciosamente decorados con sus Buddhas más estilizados y sus trabajos en madera Teka. En su templo principal, aprovechamos para encender una tradicional lámpara de papel y pedir unos deseos, ayudados por los monjes, tal y como indica la tradición budista. Emocionante, aún siendo unos pocos quienes en ese momento y por curiosidad encendimos esas vistosas y pacíficas lámparas que se sueltan y suben como globos al cielo hasta desaparecer, iluminando la noche como estrellitas amarillas en movimiento.

Nuestro viaje por el norte y noroeste de Tailandia finalizaría luego de ocho días en los que sabíamos que nos depedíamos del clima norteño y verde para dedicarnos a la gran urbe y luego al turquesa de sus islas. Nada que no nos alentara!. 

Japón – Isla de Okinawa

Decidí conocer la parte sur de Japón y aprovechar de una buena temperatura para ver colores azules y turquesas del Océano Pacífico. En esta época del año ya comienzan los fríos y Tokyo fue el mejor ejemplo de una primer semana en Japón donde tuve que salir a comprar abrigo. Una experiencia que no tenía desde los frescos y algo fríos días de verano del Tibet, donde por causas obvias de la altura, aún en pleno verano hay que abrigarse. El resto del viaje fue todo verano y manga corta. 

Entendí que esta época del año sería buena para visitar el archipiélago de Ryukyu, al sur de Japón, algunas de sus islas cerca de Filipinas y otras de Taiwan. Escogí Okinawa, su isla principal y capital ryukense. Para llegar a Okinawa, a su capital Naha, hay que tomar un vuelo de 3 horas y media desde Tokyo. Casualmente el día que dejé Camboya con destino a Japón, coincidió con el peor desastre del tifón en Filipinas. La verdad que sólo me enteré de los fuertes vientos que se sintieron también en Camboya, pero no imaginé que eso era el indicativo de tan importante catástrofe. 

Los planes en Okinawa eran de bucear en aguas del Pacífico, aprovechar las vistas increibles de las islas y aprender de una nueva subcultura japonesa, la cultura Ryukyu, en todas sus tradiciones y constumbres. Me gustó la idea de saber que ya había viajado hasta el extremo norte del país, hasta la isla de Rebun-to en Hokaido, y ahora conquistaría una parte del extremo sur del país. Dos subculturas totalmente diferentes, ambas con sus particularidades claramente opuestas por razones climáticas (Hokaido al norte, frío y nieve; Okinawa al sur, calor y playa). Ambas con una historia propia.

 

El Reino de Ryukyu. Brevísima historia.

Reino independiente que gobernó la mayoría de las Islas Ryūkyū (al sur de Japón) desde el siglo XIV al siglo XIX. Los reyes ryukyuenses unificaron la Isla de Okinawa y extendieron el reino a las Islas Amami e Islas Yaeyama junto a Taiwán. A pesar de su pequeño tamaño, el reino jugó un papel central en las redes de comercio marítimo del este y del sureste de Asia en la época medieval. 

Por cerca de 200 años, el reino Ryūkyū figuraría como elemento clave en el comercio marítimo con Asia Suroriental y Oriental, con cierta independencia pero muy vinculados a la Dinastía Ming china. 

Tras la revolución Meiji, el Gobierno meiji japonés abolió el reino Ryūkyū, anexionando oficialmente las islas a Japón como la prefectura de Okinawa el 11 de marzo de 1879. El rey Shō Tai, el último rey ryukyuense, se mudó a Tokyo y fue investido Marqués como otros muchos aristócratas japoneses.

Además de esta increible historia de comerciantes, esta parte del archipiélago jugó un rol clave en la Segunda Guerra Mundial, donde fueron ocupadas por los americanos y transformadas en base estratégica para la lucha contra los japoneses. Finalizada la guerra en 1945, el archipiélago fue administrado por los Estados Unidos. Las islas del grupo Amami fueron devueltas al Japón en 1953 y son parte de la prefectura de Kagoshima. El resto del archipiélago, a excepción de la isla de Okinawa, fue entregado en 1967. Okinawa volvería a soberanía japonesa solo en 1972.

Hoy viven en Okinawa más de 100.000 americanos y ocupan más de dieciseis bases militares. 

Aprendí baastante en una semana de viaje tranquilo y con pocos turistas; aproveché a bucear y admirar fauna y flora marina, con un poco de frío bajo el agua (precisé usar trajes de neopreno de 5 mm) pero con clima cálido. 

Los locales son grandes pescadores y esto se refleja en las comidas típicas repletas de mariscos. Sin embargo, es fundamental en la dieta local el cerdo. 

Atardeceres y amaneceres sobre aguas oceánicas tranquilas y otras bravías. Playas ya desérticas por el ¨invierno¨ que invitan a relajarse y disfrutar de vistas y sonidos marinos que para quienes amamos el mar, nos dejan extasiados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sea Aquarium frente al mar, doblemente fabuloso. 

 

 

 

 

 

 

 

Japón – Welcome back!. Tokyo

Han sido varios los momentos en este viaje en los que me he quedado imaginando donde exactamente me encuentro en el mapa del mundo. Una especie de google maps mental en el que imagino el mundo y de a poco me voy acercando al sitio donde estoy. Es un ejercicio que me gusta bastante y que no es la primera vez que lo hago. Me ayuda a comprender mis conquistas y a ser consciente de mis desplazamientos, hoy en Asia, otras veces por el mundo. Me ayuda a fantasear sobre los sitios que me gustaría conocer y cubrir en esta especie de viaje por la vida y por el mundo. Me ayuda a darme cuenta de las distancias físicas con mis seres queridos, en uno y otro país, en uno y otro hemisferio.

Durante uno de estos google maps mentales percibí que realmente estaba lejos de mis continentes habituales y de mis sitios de arraigo. Sin embargo, también me dio la impresión que estoy siempre cerca de todos los sitios que quiero estar y que esa idea de lejanía era falsa. De hecho nunca la he sentido!. 

Cuando pensé en todos los sitios que había visitado y me pregunté a cual de ellos le haría sin duda una segunda visita, rápidamente pensé en Japón. La excusa de la cercanía no tardó en alentar la fantasía de un regreso y Camboya era la excusa perfecta para acortar las dos semanas de estancia mínima que he querido dedicar a cada uno de los países del Asean. 

Japón ha sido realmente deslumbrante y acogedor durante el mes que pasé allí, por lo que entendí que fácilmente conseguiría repetir ese sentimiento conociendo el sur del país y sin lugar a dudas, repetir la maravillosa capital. Así que le dediqué nuevos 15 días!. 

De Tokyo podría continuar escribiendo como lo he hecho en los blogs pasados. Pero en este simplemente me gustaría compartir algunas fotos y reforzar ese sentimiento de confort y aprendizaje que me llevo de la cultura nipona. Sin duda me resultó mucho más fácil moverme y optar por los sitios que me habían quedado pendientes, y mucho más fácil me resultó comprender a los locales y relacionarme con ellos. Es verdad que se trata de una cultura llena de normas y procesos, muchas veces muy rígidos y estrictos, que llegan a frustrar a cualquier latino. Y sí, por más conocimiento y experiencia, pasé por esa frustración un par de veces. Pero más que por las normas que no consiguen eludir, por el simple hecho de ser consciente que dicha frustración provino del propio sentimiento del japonés de no querer defraudar al otro, en este caso, a mí mismo. 

 

 

 

 

 

 

Visitamos uno de los criadores más famosos del  mundo de la raza canina Akita Inu. El canil Shirai al suroeste de Tokyo, donde conocimos a los exportadores de los mejores ejemplares que van hacia Europa y América, y de donde salió el abuelo de Anja. 

 

Celso y Mr. Shirai

 

Deleites y pruebas gastronómicas!.

Con mi amigo Shige

 

 

 

 

 

 

Camboya – La gente de Angkor

Conocer y visitar Angkor fue realmente maravilloso. Lógicamente, siempre es bueno deambular con la fantasía a flor de piel para conseguir imaginar la grandeza de aquella época y la vida de quienes lo habitaban. 

Reyes, nobles, religiosos, trabajadores, guerreros, soldados, bailarinas, artistas y pobladores, todos ellos y muchos otros más formaban parte de la vida de estos edificios de los que hoy sólo vemos ¨piedras¨e imaginamos formas. Aún asi grandioso y sin duda alguna digno de ser considerado una maravilla del mundo. 

 

 

Procesiones y fiestas en la zona de templos, escenarios muchas veces conmovedores. 

 

 

 

Actualmente Angkor está lleno de turistas, guías y vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de artesanías y souvenirs. Los niños y jóvenes se acercan a vender con un tono de voz que luego de algunas horas se torna pesado. Un tono de sufrimiento, de melancolía, de tipo ¨me ayuda¨, pidiendo un dólar y negociando lo que sea. Su aproximación como la de todos en esta región es siempre educada y correcta, pero muchas veces excesiva para los que visitamos y queremos tener un encuentro histórico y de fantasía que con los ambulantes cuesta conseguir.

No faltan los ¨tuk tuks¨ que sin duda acaban siendo el mejor medio de transporte para andar por la zona y disfrutar la naturaleza escapando de los autobuses turísticos. 

 

 

 

 

 

Angkor es TODO para el orgullo camboyano, y sin duda para el orgullo de todos los que sentimos que aún fuera de nuestra tierra política, estos tesoros son parte del pasado de toda la humanidad.

 

Camboya – Angkor

Los templos de Angkor corresponden al período de la civilización Khmer de los siglos VIII a XII y coinciden con el mayor apogeo y esplendor de la misma. Angkor es una región al noroeste de Camboya que aún mantiene vivas las ruinas de decenas de templos religiosos de la época. Se calcula que llegaron a exisitir más de 1800 templos esparcidos por esta zona y que conformaron la mayor ciudad religiosa de todos los tiempos. 

 

 

 

Los templos eran construidos por los diferentes soberanos que honraban a sus Dioses, a sus familiares y generalmente a sí mismos, construyendo los mismos con el objetivo de que se transformsen en sus propios mausoleos. 

Los Khmers eran inicialmente de religión hinduista y veneraban a sus principales Dioses Brahma (el Creador), Vishnu (el que preserva) y Shiva (el que destruye). Los templos eran los únicos edificios construídos en piedra, mayormente arenisca (sandstone), ladrillos y piedras volcánicas todas extraídas de la región, algunos de ellos con techos de galerías de madera. Su forma representaba el sagrado Monte Meru y estaban generalmente orientados hacia el este (la excepción es el magnífico Angkor Wat que se orienta al oeste); sus torres o Prasad indicaban los 4 puntos cardinales y estaban rodeados de inmensas extensiones de agua que replicaban el océano. Estos eran lagos y canales artificiales que rodeaban los mismos. 

Brahma – Creador

Vishnu – Conservador

Shiva – Destructor

 

Delicadamente esculpidos y decorados con figuras que representan a los tres Dioses a la vez que a otras deidades (mayormente Devatas), bailarinas (Apsaras), serpientes protectoras de tres, cinco y sieta cabezas (Nagas), leones, elefantes, tortugas, etc. Asímismo, las paredes de las galerías de la mayoría de ellos cuentan la historia de las batallas llevadas a cabo por sus soberanos y en muchos casos escenas de la historia religiosa. Los muros y galerías generalmente exteriores de los templos eran los que podían ser visitados por el pueblo, mientras que la parte interior del mismo estaba reservado a la nobleza e incluso únicamente para los Brahmanes (religiosos). 

  

 

 

 

 

Los templos constituían el centro de las ciudades que se construían a su alrededor. Cercano al templo vivían los soberanos con sus familias, servidores y los religiosos. El pueblo vivía más alejado pero siempre en torno al mismo. El estilo arquitectónico fue variando con los años; de templos menores y muy esculpidos, hasta gigantes construcciones que intentaban demostrar la grandeza de sus soberanos. 

 

 

En el siglo XI comenzaron a adoptar la religión budista, y los templos fueron adaptados, cuando les era posible, a esta nueva religión. Ya el templo de Angkor Thom fue construido directamente para Buddha con enormes torres de 4 caras que representan al Buddha. 

 

La región de Angkor y sus ciudades está localizada cercana a la actual ciudad de Siem Reap, cercana al principal lago del país, Tonlé Sap. En el sigllo XII y con la amenaza constante de los belicosos siameses (thai), Angkor fue abandonada y el pueblo Khmer emigró hacia el sur, cercano a la zona de la actual Phnom Penh, para protegerse de los mismos y tener mejor acceso a las rutas comerciales. El imperio jamás volvería a ser lo que fue.

 

 

 

Para visitar los templos hay que dedicarle varios días a Angkor, especialmente en esta época que el turismo abunda. Hay templos que han sido restaurados y a los que se puede visitar fácilmente; otros se encuentran más alejados y están cubiertos por la naturaleza que los invade y destruye transformándolos en visitas más complicadas. La destrucción de los mismos se puede decir que ha sido en un 80% por causa de las guerras con los siameses que literamente acababan con los templos, y en otro 20% por causa de la vegetación que los invade y acaba dominando. Impresionantes árboles que echan sus enormes raíces sobre las piedras y van avanzando hasta hacer de las mismas parte de sí mismos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Camboya – ¨lo bueno, lo malo y lo detestable¨

Inicialmente planifiqué mi viaje en Camboya al igual que en la mayoría de los países del sudeste asiático. Pensé en dedicarle un mínimo de 15 días para conseguir sentir el sabor de su cultura y aprender algo de su historia. Sin embargo también planifiqué en dejar Camboya como ¨itinerario más flexible¨ para contemplar una estancia mayor en Vietnam o en Tailandia, o incluso para ajustar fechas e incluir un otro país. Finalmente eso fue lo que hice; acorté mi plan camboyano y también tailandés para incluir un regreso a Japón. De eso ya hablaré más adelante.

Lo importante que Camboya se transformó en un corto viaje de apenas ocho días en el cual decidí optar por destinos quizás más turísticos y circuitos más populares. Elegí visitar su capital, Phnom Penh, y luego escapar directamente hacia uno de los destinos más populares y aún así más interesantes del país y de la historia del sudeste asiático, Angkor, al noroeste del país, cerca de la actual ciudad de Siem Reap.

En estos pocos días y en un recorrido bastante turístico pensé que no me sería fácil comprender el perfil camboyano, su gente, su pasado y su presente. Sin embargo escribo convencido que me llevo un intensivo de su espectacular y cruda historia, que sin duda alguna se refleja en las caras de cada uno de los camboyanos que conocí y con los que tuve la oportunidad de interactuar durante mi visita. Aprendí que detrás de esos vagos conocimientos que solemos tener cuando asociamos al país a la guerra de Vietnam, se esconde la historia de un imperio que llegó a ser el mayor y más importante en la historia de la región. Ese mismo imperio Khmer de los siglos VIII a XII que se desvaneció para más tarde transformarse en la historia cruel y desgarradora de uno de los genocidios más importante de la historia de la humanidad.

Camboya es un país que me ha trasmitido la grandiosidad de una civilización hoy inexistente, el dolor de su tremendo pasado reciente y la poca claridad de su futuro. Me ha costado encontrar fortalezas en su gente que parece estar inmersa dentro de una realidad que se presenta tan débil y delicada, tan aparentemente poco prometedora. 

 

 

AQUÍ MÁS QUE NUNCA, HABLEMOS DE SU HISTORIA

Ante todo, muy importante hablar de la historia de Camboya para conocer y comprender al país. Me atravería a afirmar que quienes me leen sepan lo mismo que yo del mismo, por lo cual quisiera compartir un resumen que seguramente ayudará a sentir algo de lo que yo sentí.

Siempre soy partidario de dedicar un tiempo a la lectura de algún libro que rápidamente consiga ayudarme a entender el pasado de cada uno de los países que visito. Lo escuché de un turista chino que conocí en Guilin, un señor que dejó su país y hace años que vive en Canadá. Frente a cada uno de mis comentarios sobre mis vivencias en su país, el hombre intentaba responderme con explicaciones de base histórica que me dejaban pensando y lograban suavizar mis sorpresas culturales. ¨Muchacho; para comprender al pueblo y su cultura hay que primero conocer su historia!¨, me decía y no le faltaba razón!.

Lo ¨bueno¨, lo ¨malo¨ y lo ¨detestable¨ es una forma muy simple de resumir el pasado del país. Las cosas parecían ir bien y muy bien en los primeros años, luego el apogeo del imperio de Angkor que durante más de cuatro siglos dominó sin rivales la región. A posteriori llegó lo malo; desde el siglo XIII el crecimiento de sus vecinos thais y vietnamitas se fueron comiendo el país hasta que llegaron los colonizadores franceses para ¨protegerlos¨ (textualmente!). En el siglo XX llegó lo detestable; una brutal guerra civil que desembocó en el genocidio de los Khmer Rouge durante los años 1975 a 1979, que dejaría un nuevo caos y constantes guerras y guerrillas donde el terror y la masacre se sucedieron hasta los primeros años del nuevo siglo. Hoy, dicen que Camboya está recuperándose… pero me fue muy difícil percibirlo.

La etnia conocida como Khmer siempre fue mayoría en las tierras camboyanas. En sus inicios, los antiguos Khmers eran como los romanos del sudeste asiático. Construían ciudades que conectaban a través de rutas comerciales. Los chinos los describían como feos y oscuros que andaban por allí semi desnudos… Camboya ocupaba las tierras que hoy son el sur de Vietnam, la actual Tailandia, Laos y otras tierras del norte. Como en todos sitios, un conjunto de reinos autocráticos y estados que luchaban entre sí y estratégicamente se mezclaban para alcanzar objetivos comerciales y de poder. Antiguamente, según relatos chinos, al principal reino se lo conocía con el nombre de Funan. 

Desde sus incios y hasta aproximadamente el siglo VIII los Khmers adoptaron tradiciones y veneraron deidades de la religión hinduista (Shiva y Vishnu) y sus ritos se vieron influenciados por sus emblemas, como por ejemplo la ¨linga¨ (totem fálico) que se encuentra en todos los templos de Angkor. Los Khmers eran hábiles ingenieros que conocían como irrigar sus tierras para desarrollar vastas extensiones de plantíos de arroz y otros comodities como especias y piedras preciosas que comerciaban con chinos, indios, quizás con romanos y el imperio persa.

Imperio de Angkor (VIII a XII).

Ya en el S. VIII y con bajo la influencia de hábiles reyes, el imperio Khmer tenía una extensión considerable y se encontraba bastante más unido. Siempre reconocidos por sus conocimientos hidráulicos y comerciales, los Khmers llegaron a ser el mayor imperio del sudeste asiático. 

Sus varios reyes construían templos cada vez mayores para legitimar su poder y venerar a sus Dioses, primero Vishnu, Shiva y Brahma mientras adoptaron la religión hinduista, y luego a Buddha, cuando ya en el siglo XI y XII se transformaron en budistas. 

Interesante esta foto que tomé en el museo que muestra la extensión de este imperio y en dentro del mismo, en un color menos claro, define la extensión de la Camboya actual. Vaya diferencia!. 

 

Del Imperio de Angkor podría escribir decenas de párrafos que al menos hoy llevo ¨fresco¨ en mi mente, luego de haber visitado sus ruinas y sus principales templos y construcciones durante cinco días. Rey tras Rey construía sus templos para sus Dioses, sus familiares e incluso como sus propios mausoleos para demostrar su poder y su grandeza unos sobre los otros. Los templos eran la parte principal de sus ciudades que trasladaban de un sitio a otro para legitimar su poder. 

 

Pero como todo es impermanente, también los grandes imperios decayeron y desaparecieron dando lugar a nuevas realidades. Ya en el S. XII Angkor comenzó a verse amenazado por diferentes crisis, algunas de lucha de poder internas y otras externas. Los altos gastos de muchos de sus reyes en la construcción de magníficas ciudades y el mal manejo de sus recursos hídricos, sumado a los conflictos religiosos por los cambios de religión hinduista a budista que desembocaban muchas veces en guerras civiles fueron los principales factores internos que aceleraron la caída. Sumado a esto, las amenazas externas de los belicosos thais que se fortalecían y deseaban las riquezas de sus vecinos, motivaron el abandono de Angkor y la migración de su pueblo hacia el sur, cerca de la actual Phnom Penh.

En los años siguientes estas debilidades del imperio provocaron también el desmembramiento de poder y el surgimiento de rivalidades dentro de las mismas dinastías. Unos y otros grupos acudían en búsqueda de protección y apoyo a sus voraces y cada vez más fuertes vecinos, vietnamitas y siameses (tailandeses), a los cuales les otorgaban diversas concesiones de territorio que fueron restando extensión y achicando el grandioso imperio.

Algunos se refieren a los siglos XV a XIII como la Era del Yo-Yo, en la cual los dos ¨tigres¨ se disputaban a pedazos de un lado a otro las tierras camboyanas. Incluso comentan que el destino del país consiguió mantenerse como tal especialmente durante el siglo XVIII por las preocupaciones de sus vecinos en asuntos de guerra contra los burmeses (en el caso de los thai) y de los problemas internos (en el caso de los vietnamitas).

Los franceses en Camboya.

El fin de esta canibalización camboyana por parte de sus vecinos llegó en 1863 cuando el Rey Norodom I firmó un acuerdo de protectorado con los franceses para literalmente estar protegidos y evitar un destino similar al que tuvieron los Champas del sur cuando fueron eliminados por los vietnamitas del norte. El vínculo se transformó posteriormente en una colonia que como con sus vecinos, los franceses mantuvieron incluso durante la segunda guerra mundial, aún durante la dominación japonesa.

Los territorios perdidos fueron renegociados y las fronteras con sus vecinos nuevamente definidas. La independencia de los franceses se firmó en 1954 cuando Francia finalizó el control de Indochina.

Guerras civiles, guerra de Vietnam y los Khmer Rouge.

A finales de la década de los sesenta Camboya se encontraba en medio de los problemas entre comunistas vietnamitas del norte, americanos y el surgimiento de grupos comunistas locales. Sihanouk, el que una vez fue rey y luchó para conseguir la independencia de los franceses y unificar su país, luego renunció como tal y siguió su carrera política independiente, acabando depuesto por sus rivales anticomunistas. Desde el exilio en Beijing, se unió al grupo de camboyanos revolucionarios Khmer Rouge (KR) para luchar contra el regimen de la oposición. Este fue el comienzo de lo que luego sería el movimiento KR.

La guerra de Vietnam también absorbió a los camboyanos como pasó con sus vecinos, y el país fue brutalmente bombardeado por americanos. Se lanzaron más de 500 mil toneladas de bombas, de las cuales más de 5 millones de artefactos se encuentran aún sin detonar enterradas en las tierras camboyanas ocasionando los horrendos problemas de víctimas como sucede en Laos. 

El fin de la guerra en 1975 con la rendición de Saigón coincidió también con la conquista de los KR de la capital de Camboya y el debilitamiento del regimen anticomunista opositor. Estos implementaron una de las restructuras más radicales y brutales que cualqueir sociedad pueda padecer. Su objetivo era una revolución para transformar al país en una cooperativa agraria dominada por los compesinos y así purificar a la población. Su líder principal, Pol Pot, un comunista aguerrido y asesino que sin piedad ordenó las mayores torturas a todos los opositores y ciudadanos que no estuvieran dentro de las reglas del partido. Durante casi cuatro años exterminó a más de dos millones de camboyanos y condenó a trabajos forzados al resto de la población separando las familias y censurando la religión. Hambrunas, enfermedades, epidemias, campos de concentración y supongo que atrocidades inimaginables sucedieron durante este regimen y genocidio.

Los Khmer Rouge que inicialmente apoyaron y lucharon con los vietnamitas comunistas del norte, acabaron enemigos y finalmente derrotados en 1978 por estos últimos que ocuparon el país. Aún luego de la retirada 11 años después, el país continuó con guerras civiles entre el nuevo regimen y los KR refugiados en la selva y en Tailandia. Se sucedieron varias décadas de violentos enfrentamientos y terrorismo que ni la ONU consiguió detener.

Recién en el año 2003 el país celebró sus primeras elecciones ¨democráticas¨… Por años ni la ONU ni las grandes potencias UK y US consiguieron que los Khmer Rouge no estuviesen presentes y representados en las mismas; es decir, aún luego de tan horrendo genocidio esta fuerza sigue viva y activa en la política del país. 

El Reino de Camboya, como llaman al país, tiene su monarca Norodom Sihamoni con una participación marginal en las decisiones del país. El primer ministro Hu Sen acabó de ser ¨reelecto¨y sigue gobernando el país luego de decenas de años, mediante elecciones o no, de todas formas nunca aparentemente legítimas y carentes de corrupción. El partido Cambodia´s People Party, que apoyan un comunismo moderno similar al de sus vecinos, controla la mayoría parlamentaria, todos ellos bastante cuestionables según las opiniones de las personas que conocí.

 

PHNOM PENH – CAPITAL DE CAMBOYA

LLegamos a la capital del país en lancha rápida desde Vietnam, recorriendo por más de cinco horas el río Mekong hacia el norte. Lógicamente aún persiste y se siente la rivalidad entre Camboya y sus dos países limítrofes, Vietnam y Tailandia, rezagos de las constantes conquistas y dominios que siempre han dejado al país vulnerable y marioneta de los caprichos y ambiciones de los mismos.

Camboya es un país pobre, muy pobre, de los más pobres del mundo y ¨a la cabeza¨ en su región. Con una población de aproximadamente 15 millones de personas y una tasa de crecimiento del 2% anual, de etnia principalmente Khmer, el país intenta salir de una historia reciente de conflictos atroces. La corrupción, la infraestructura, la salud y la educación son imaginables en un perfil de país como el descrito. Simplemente un dato que me llamó mucho la atención es la mortalildad infantil que tiene. Mueren 55 de cada 1000 niños que nacen (menos de 1 en Europa), principalmente por problemas de alimentación y enfermedades y carencia de asistencia médica adecuada. 

La mayoría del país es rural, y las ciudades principales se alimentan mayormente del ingreso del turismo que históricamente ha sido y sin duda continuará siendo, clave para su economía. Visitamos el país más de 3,5 millones de personas por año, claramente por el atractivo principal del país, los templos de Angkor. Estos están presentes en el orgullo de los camboyanos, lógicamente, en su dinero, en su bandera, en sus cervezas, en absolutamente TODO!. 

 

Más del 95% de los camboyanos son de etnia khmer (no se debe confundir esto con Khmer Rouge que es sólo un nombre del grupo revolucionario), le siguen la etnia vietnamita, indios y escasos musulmanos. De religión mayormente budista mahayana, similar a la practicada en Laos y Tailandia, y con una fuerte presencia animista que se refleja y se mezcla en sus costumbres y rituales, especialmente en las zonas no metropolitanas.

 

 

El sentimiento que traía desde Vietnam y de su impetuosidad y agresividad, fácilmente cambió desde la llegada al muelle de Phnom Penh. Claro que existe un abordaje a todo turista!. Somos el fruto de su principal ingreso pero aún así, el trato es siempre amable y respetuoso, mucho más tranquilo y con cierto sentido del humor. Uffffff…. respiré!.

La capital al borde del Mekong es una mezcla de arquitectura colonial francesa con innumerables templos de altos y puntiagudos techos que dan color y estilo a una ciudad que aún es baja y carece de altas construcciones. No dudo que comiencen a construirla y a llenarla de edificios modernos cuando de a poco el país consiga abrirse y flexibilizarse a las inversiones de los sedientos extranjeros!. Sucede así, siempre…

 

  

Amaneceres a las 5.30 AM frente al Mekong que desde temprano recibe en su paseo marítimo a los deportistas locales. Estos y otros transeúntes concurren a las clases de aerobics gratuitas de música estridente que se mezcla con los cantos hindúes y el llamado a la oración de las escasas mezquitas de la zona. El sol calienta fuerte desde las 6 AM, y a las 9.30 hs ya es insoportable!. Ni que decir al mediodía!.

 

 

En la ciudad visitamos el Palacio Real, magnífica construcción que entre todos sus edificios, cuenta con un templo de riquísimos tesoros y reliquias, imágenes y estatuas de Buddha en oro y diamantes, en jade, en plata, como jamás había visto. Este templo conocido como el templo de plata por su suelo cubierto de placas de ese metal, fue mantenido y salvado por los Khmer Rouge como forma de ¨demostrar su interés¨ por la cultura camboyana. Bueno, luego fue saqueado por los vietnamitas cuando conquistaron y ocuparon el país…

 

 

 

Deliciosa cerveza en un calor abrazador que en Camboya se bebe tradicionalmente con hielo y en jarras!. Parece increible, pero cuando uno se encuentra en un bar de locales no hacerlo es la excepción. Al final acabamos aceptando esta tradición que se acompaña con mariscos y otras frituras. 

Recorridos en los tradicionales tuk-tuk que son el principal medio de transporte local y de personas.