Tailandia – Bangkok

Bangkok sería sin duda un destino obligado durante la estadía en Tailandia. Ya había pasado por la ciudad otras tres veces en tránsito hacia otros destinos regionales y lo poco que había visto indicaba que se trataba de una gran ciudad. Inicialmente creí que un par de días sería suficiente para tener una idea de la famosa y renombrada capital; sin embargo, ni dos, ni tres, ni cuatro fueron suficientes!. Adaptamos nuestro viaje para darle ocho días y renunciamos a la correría de ¨llegar, mirar, salir, viajar y correr¨, tomando esta urbe como sitio de relax dentro del caos que la caracteriza. Y no nos equivocamos!. 

Bangkok sería el punto de encuentro con mi amada amiga Marcela quien decidió ser fiel a su deseo de venir a Asia a encontrame, compartir mis últimos días en Tailandia, y acompañarme en este regreso de tan importante aventura. Sabía que su cortísima e intensa estancia de una semana sería un momento de alegría y fiesta para todos, y sin duda alguna, me ayudaría a poner un otro ¨pied a terre¨ en mi retirada hacia occidente. Con su llegada, la Fase IV (fase final) de mi viaje comenzaría.

Como mencioné en el primer blog de Tailandia, los conflictos y protestas políticas nos recibieron dejándonos un poco dudosos por sus repercusiones y alcance. Sin embargo rápidamente, y como todo en la vida, nos acostumbramos a evitar los sitios de conflicto y eludir así posibles inconvenientes. Los tailandeses, que suelen manifestarse bastante, tienen un histórico de incidentes a los que de ninguna manera queríamos acoplarnos.

Bangkok es una gran metrópoli de casi diez millones de habitantes que tiene una comunidad china muy importante que data de los tiempos de su histórica ocupación y posterior actividad comercial. He leído que posiblemente más del 50% de su pobación tiene alguna relación con los chinos… 

Alcanza con visitar el espectacular barrio Chinatown para comprender claramente esta influencia!. Particularmente no soy un gran aficionado a esta cultura, pero debo reconocer que fui dos veces al Chinatown para visitar los templos budistas chinos caracterizados por sus clásicos Buddhas gordos y sonrientes y sus rituales de innumerables inciensos que los diferencia a simple vista del resto de los templos tailandeses y regionales Theravada. 

Asímismo, son espectaculares sus mercados de comestibles que aparecen de repente en los alleys y se prolongan por cuadras y cuadras, ofreciendo inimaginables productos crudos y cocidos (desde murciélagos en escabeche, víboras en conserva y su tradicional pescadería, hasta las vísceras más inusuales, vegetales y productos milenarios). Aquí la limpieza no es el común denominador y ni que hablar los olores y la amabilidad de sus comerciantes. Pero es así, nada nuevo para quien ya conoce un poco la impetuosidad de su gente!. 

Chinatown, al igual que toda Asia y sin duda toda Bangkok, es un mercado de comidas callejeras que abundan por todos los rincones. Recuerdo cuando llegué a Malasia al principio del viaje y todo eso me llamaba la atención, incluso traía en mente que lo que fuese comida de calle no era lo ideal para mi estómago, ya que implicaba un riesgo potencial de diarreas e intoxicaciones que me podrían hacer pasar muy malos momentos. Pero como cambian las cosas…!!. Ya con mi compañero Tío Raúl aprendí que el mejor restaurante chino puede sin duda alguna ser el más asqueroso y menos higiénico que aparezca por la calle!. Desde esa experiencia positiva no dudé en probar y comer todo tipo de auténticas y originales delicias que fui encontrando en los diferentes países, y Bangkok no fue una excepción. Uno no puede preguntarse si hay agua corriente, ni pensar mucho como lavan los platos o como mantienen refrigerados los mariscos e ingredientes de esas sopas y arroces olorosos. Más vale ver el resultado final, la habilidad del chef, y si es posible, identificar aquellos puestitos (stalls) que tengan mayor clientela, en lo posible local, que garantice el movimiento y la rotación. Lo bueno de mi experiencia y de mi confianza ayudó, aunque no siempre, a que Celso y luego Marcela arriesgasen con algunas comidas callejeras, incluso frutas peladas que son características en Tailandia. Las habilidades de los artesanos chefs en el manejo de la cuchilla y/o el wok llaman la atención inmediata de todos quienes disfrutamos de la buena cocina. Por suerte, nunca un desenlace negativo!. 

Bangkok está dividida en varias regiones y barrios, pero la más tradicional, céntrica y antigua es la que se encuentra a orillas de su río principal, y se conoce como Riverside. Este río oficia de eje turístico, comercial y de transporte fluvial y conecta de sur a norte con los principales canales que también caracterizan a esta metrópoli asiática. En nuestra semana de visita en la misma, decidimos que instalarnos al borde del río sería no solamente pintoresco y estratégico para nuestras actividades turísticas, sino que también nos aislaría de las regiones más conmovidas por las protestas y los preparativos por el anversario de monarca. Relamente fue muy acertado y espectacular, así como práctico y fácil, aprovechar el transporte y las hermosas vistas decoradas por los navíos, lanchas, barcos y barcazas que diariamente circulaban por este accidente fluvial. 

Bangkok es una ciudad caracterizada por su tránsito insoportable y ensordecedor, por lo que la opción de utilizar el transporte  público fluvial ayudó a escapar de los atascos, las negociaciones con los taxistas y tuk tuks. Sobre las márgenes del río se sitúan varios de los principales templos (Wat Arún, Wat Pho, Palacio Real, entre otros), así como varios mercados de artesanías, souvenirs, amuletos y comidas. Bangkok tiene innumerables mercados (también shoppings para todo los gustos y ostentaciones) donde la actividad comercial es incesante y hasta muchas veces estresante, especialmente para quienes no disfrutamos de las aglomerciones, las búsquedas de gangas y el clásico y necesario regateo para fijar un precio medianamente justo. Se encuentra de todo y generalmente los precios son bajos (siempre más caro que Vietnam, Laos, Camboya y ni que hablar Myanmar), y como dicen Celso y Marcela, hay que venir a Tailandia con maletas vacías para irse cargado porque ¨hay de todo¨!. Por suerte personalmente me mantuve con mis 15 kgs en mi mochila y mis experiencias comerciales se limitaron a ayudar a mis compañeros!. 

Entre los edificios más impresionantes que visitamos en la ciudad destaco los templos budistas Theravada repletos de imágenes de Buddha doradas (una de ellas enchapada en Chinatown en oro 24 k) en sus variadas posiciones (reclinado, sentado, en pie y acostado) y ¨mudras¨ (posiciones de las manos y piernas que indican por ejemplo meditación, iluminación, pedido de lluvia, etc). Templos con inmensas estupas decoradas con cerámica o pintadas en oro; techos a dos aguas  altísimos característicos del estilo Theravada decorados con colores y Nagas (víbora protectora) en sus vértices, leones y dragones, imágenes de Apsaras y Diosas, y hasta en algunos de ellos, imágenes de la vida de Buddha y de los principales monjes iluminados, una especie de santos próceres del budismo tailandés. En algunos pocos templos hay mezcla de imágenes de Dioses hinduístas, principalmente Ganesha, Shiva, Brahma y Vishnu, típicos de la época en la que el brahamanismo precedió al budismo y convivió junto a este. De hecho, ambas ¨religiones¨ conviven pacíficamente y se mezclan sin ningún tipo de rechazo entre sus seguidores y fieles.

El Palacio Real y su templo del famoso Buddha de Esmeralda (en realidad de jade), digamos exactamente el primero y más antiguo de los tres palacios que actualmente se encuentran en la ciudad, son conjuntamente con los templos Pho y Arún los más impactantes y deslumbrates que he visitado en Tailandia. El tamaño de sus edificios, el colorido de sus piedras e intensos dorados, su opulencia y la majestuosidad de sus altares impiden que pasen desapercibidos aún ante los ojos de turistas como yo que durante mi jornada asiática debo haber visitado fácilmente más de ciento cincuenta templos y palacios. Disfruté de compartir junto con Marcela la visita a algunos de ellos y observar su asombro por tal maravillosa arquitectura y tesoros. En el Palacio Real, y junto al mausoleo de sus Reyes, existe una réplica en ¨miniatura¨ del templo de Angkor de Camboya, que supo ser parte del dominio siamés durante sus conquistas posteriores al S XIII o XIV. Un tesoro que sin duda la humanidad debe reconocer como legado de una época majestuosa del Imperio Khmer. Reencontrarme con esta estructura, aún siendo una réplica, revivió las fantasías del posible pasado que esconden sus espacios y los recuerdos de nuestras vivencias recorriendo sus galerías al amanecer.

En Bangkok continuaron los masajes y las experiencias culinarias; sin embargo, los primeros dejaron de interesarme y decidí renunciar a ellos y descansar en el balcón del hotel admirando el ir y venir de barcos que navegaban por el río. No conseguí evitar las tentaciones de las delicias tailandesas y aunque nuestro desayuno era poderoso y acopiador de energías y calorías, encontrábamos siempre excusas para deleitarnos con cenas bastante originales. La cerveza local, de preferencia las marcas Chang, Leo y Singha fueron las elegidas para calmar la sed del calor de la ciudad. 

Quisiera recordar la experiencia vivida el 5 de diciembre con la celebración del aniversario del Rey, en la que fuimos invitados por el hotel a unirnos en el lobby a cantar y encender velas junto con su personal y toda la nación, live, a través de una televisación donde el país entero haría lo mismo. Interesante, diferente. 

Por último, en Bangkok nos vimos obligados a hacer un ejercicio de desapego material y control emocional, similar al que ya habíamos experimentado en Vietnam. Sorpresivamente y sin siquiera aún comprender como aconteció, perdimos la cámara de fotos que habíamos comprado para reemplazar la falta de nuestros teléfonos celulares luego del hurto de Vietnam. Intentamos todas las gestiones y seguimos todos nuestros pasos, incluso movilizando al personal del hotel, las cámaras de seguridad y la policía interna del mismo, pero todo fue en vano. Con la pérdida de esta otra cámara fotográfica se fueron todas las fotos que obviamente no habíamos conseguido respaldar desde Vietnam hasta Bangkok… Ufffff  ….. Es cierto que todo es atemporal y que todo puede pasar en cualquier momento, sin esperarlo, sin planificarlo. Lo difícil es aceptarlo y controlar las emociones de infelicidad y conflicto que se generan en cada uno de nosotros, incluso de frustración. Pero nada es imposible!. Todo quedará en nuestra retina!. 

 

Deja un comentario