Escribo desde el coche. Nos dirijimos hacia el oeste del Tibet, dejamos Lhasa, y en palabras de mi tío Raúl, ¨no le decimos adiós, sino hasta siempre¨!. Mi nuevo grupo de viaje, Doris (compañera de Singapur), nuestro nuevo guía para esta fase Sonam Topgyal (que nació en el pueblo del Potala Palace) y nuestro experto chófer, Kalsang, partimos en un Toyota 4×4 Land Cruiser con destino final frontera con Nepal. Previamente recorreremos casi 2000 kms con el objetivo de llegar al Monte Kailash y Lago Manasarovar, y luego regresar hacia el sureste hasta el paso de frontera. La verdad que he aceptado este viaje bastante poco común para turistas, bastante oneroso, y bastante diferente a los estándares de confort que aún pudimos tener en Lhasa, para disfrutar de una aventura muy tibetana, pasando por sitios poco visitados y llenos de gusto típico y local. Es una forma de conocer el Tibet verdadero, saliendo de lo clásico de Lhasa y del fácil acceso de turistas chinos que contaminan esta increible cultura. Kailash es un monte sagrado para tibetanos, indios y budistas en general. Incluso rusos vienen al Tibet a peregrinar al monte donde nacen los principales ríos del mundo, la fuente del agua.


En el camino visitamos el primer palacio tibetano, Yumbu Lakang, una pequeña construcción que en el año 217 BC dio origen al primer poblado y primera chacra en el Tibet. Un edificio que parece de película, sobre la cima de una roca en una gran altura, rodeado de campos y montañas. Hoy hay un pequeño templo donde los tibetanos llegan a orar y colocar sus ofrendas como en todos los templos y lugares sagrados. Llevan manteca de yak amarilla para colocar en los candelabros (tipo cera), inciensos naturales para colocar fuera y dentro del templo, khatags blancos, comestibles de su propia despensa tales como té, leche, noodles, frutas, algunas veces cerveza y vino. Pero lo que principalmente distribuyen en todas las imágenes y altares es dinero, que van colocando a medida que van orando. Las ofrendas luego son recolectadas por los monjes. Asímismo, llevan las típicas banderitas de colores con mantras llamadas tarchok de 5 colores que representan los 5 elementos: amarillo (tierra), azul (cielo), verde (agua), rojo (fuego), blanco (nubes). Estas banderitas las colocan como guirnaldas en las montañas y en las alturas. Se ven por todo el Tibet.

Seguimos nuestro camino hasta el monasterio de Trandruk, en una localidad que seguramente sea muy humilde. En los templos y monasterios además de los fieles que acuden a rezar, hacer kora y dejar sus ofrendas, muchas veces encontramos a los monjes que viven allí. En el Tibet los niños pueden ser llevados desde chicos por sus padres al monasterio y los dejan al cuidado de algún monje conocido para que viva y sea educado por ellos. Los niños dejan de vivir con su familia, que suelen visitarlos y llevarles comida y dinero a los monjes para mantener a sus hijos. Desde chicos los monjes (e igualmente las monjas en el caso de las mujeres), renuncian a su vida y llevan una vida dedicada al estudio de las enseñanzas de Buda. Así y por toda su vida, su casa será el monasterio y su familia principal los otros monjes. Todos los días se reúnen para rezar en el llamado Sutra principal, donde reciben también las ofrendas monetarias de los fieles que piden a los monjes para que recen en su nombre por alguna causa.

Continuamos nuestro camino y nos seguimos encontrando con controles policiales. Hoy llevamos pasado ocho, y en cada uno de ellos el guía debe presentar sus documentos y permisos para llevarnos así como los seis permisos que se requieren por extranjero para nuestro viaje. Nuestro guía trae consigo dieciocho copias de los permisos, ya que en muchos sitios de control debe dejar una copia. Durante las paradas en los controles nos piden que no tomemos ninguna fotografía.
En el camino paramos a cargar combustible, una experiencia bastante peculiar!. Creo que demoramos unos veinticinco minutos; primero hubo que registrarse y presentar tres licencias del coche y del conductor, y luego hacer una fila entre los campesinos que llegaban con sus vehículos de trabajo. Como en los últimos años han habido varios incidentes de monjes que se inmolaron en señal de protesta, en las ciudades y en todos los sitios de concentración humana, hay policías y bomberos preparados con sus uniformes antifuegos y extinguidores. Es por eso que se controla especialmente la venta del combustible.
Llegamos a nuestra primera noche en el monasterio de Samye. Nos hospedamos en el único hotel del pueblo que parece un hospital, bastante sucio, con corredores largos blancos y de paredes manchadas que parecen interminables. Cuartos con baño sin ducha ni absolutamente nada que puede precisarse para la higiene, únicamente dos palanganas. En otros cuartos comunales veo familias de tibetanos con sus hijos ya recostados y bebiendo sus tés con manteca de yak. Luego de una cena bastante frugal a base de arroz y noodles en el restaurante del pueblo (con TV!), descubrí unas duchas públicas por USD 3 sin límite de tiempo y con derecho a secador. Abrigado, porque por las noches hace frío, salí del hotel hacia mi ducha caliente, observando las estrellas brillando en un cielo totalmente despejado. ¨Es parte de la experiencia¨.
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Las distancias son largas, y especialmente las carreteras no siempre son asfaltadas. Hay mucha construcción de nuevas vías y tenemos que pasar por sitios donde sólo cruza un 4 x 4!. Además de los problemas en algunas carreteras, debemos mantener una velocidad máxima de 70kms/h. Como no hay radares en esta zona, el control de velocidad lo realizan entre distintos puestos de control donde debemos parar y además de mostrar nuestros permisos, nos entregan un papel donde anotan la hora de paso. Si al llegar al siguiente control el tiempo recorrido es inferior al tiempo ideal a 70kms/h, nos cobran una multa de 200 yuanes (USD 32) por cada minuto faltante. Así que entre control y control siempre tenemos que parar para estirarnos, ir al baño entre los pajonales, o esperar que el guía y el chófer se fumen su cigarrito!.
La noche en el ¨hotel hospital¨ resultó ser a mi entender, espectacular!. Conseguí transformar mi cama en una de las más confortables de mi viaje por el Tibet, y dormí plácidamente entre sábanas que imaginé de seda!. Los desayunos chinos, y principalmente aquí en el Tibet, son a base de comida tipo almuerzo: noodles, sopas, pickles,¨mantou¨ (escones chinos), ¨dumplings¨, ¨buns¨, ¨sampa¨(harina de cebada), butter tea, queso en polvo, vegetales y carne.
Visitamos el monasterio que más me ha gustado en todo el viaje por Tibet Amdo y TAR hasta ahora. El monasterio de Samye es uno de los más famosos y es el primer monasterio que existió en el Tibet. Está construído en forma de mandala y en estilos tibetano, chino e hindú (tres grandes corrientes de budismo); tiene a su alrededor varias estupas que tienen diferentes significados (no me acuerdo cuales!!!) y muchos templos. Pero lo más importante, es lo hermoso que lo ví, porque lo visitamos a primera hora de la mañana cuando abría y los monjes empezaban sus actividades. Pude ver a los monjes rezando en voz alta en el Sutra principal (lugar de reunión), y cerrando los ojos, sentí esa mezcla de palabras y rezos que en el ambiente en el que estaba generaron un sentimiento de paz y tranquilidad. Una mezcla de murmullos de sonido solemne ideal para acompañarlos en una meditación. Una experiencia bien única, que espero poder repetir.
Dentro de los monasterios hay muchas salas con sus imágenes de Buda y del budismo, pinturas, estatuas, etc. En las que hoy visité en este templo, estaba el monje que cuida de ellas, limpiándolas, rezando, manteniendo el ambiente sagrado y tranquilo, con olor a incienso, luz tenue, y eso me ayudó a sentirlo más que nunca. Finalmente, cuando estaba caminando por la parte superior y exterior del templo principal, escuché que en otro edificio cercano había monjes en el patio debatiendo. Salí corriendo y pude presenciar algo que había leído, y que es el momento en que los monjes debaten sobre filosofía y quizás también sobre las enseñanzas de Buda, no lo sé!. Parece que estuviesen realmente discutiendo, porque hablan y gritan, y se enfrentan intentando convencerse unos a otros. En ese proceso de debate, suelen acercarse unos a otros y golpear las palmas, muchas veces me dio la sensación que estaban agrediéndose, pero sin duda tendrá su significado. Tuvimos que seguir nuestra ruta, pero me hubiese quedado encantado descubriendo mucho más de lo que seguramente este maravilloso lugar tenía para ofrecerme.

En el camino, nos topamos con un poblado en el que se preparaban para un festival. En verano, aprovechando el sol, hay muchas celebraciones típicas donde suelen reunirse para celebrar y mantener vivas sus costumbres. Este precisamente tenía como principal atractivo las carreras de caballos y acrobacias de sus jinetes. Al detenernos frente a la casa de unas familias que estaban deseándoles suerte a sus jinetes, en seguida vinieron a ofrecernos cerveza casera, que no pude resistir!. Un sabor que me recordó a la cidra amarga, aunque esto estaba hecho con cebada. Compartimos la hospitalidad de esta gente y luego decidimos modificar nuestro itinerario para quedarnos a las carreras. En los pueblos como este, estas sorpresas son las que realmente me hacen vibrar y sentir la cultura verdadera de su gente. Nos reunimos con los pobladores que comenzaron a llegar en sus tractores, caminando, cargando comida para pasar el día en familia y con amigos.


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Sigo escribiendo desde el coche. Estamos parados al borde de la carretera, a pleno sol del mediodía, esperando más de 45 minutos para poder llegar al próximo punto de control policial. En este tramo de la carretera, la velocidad es de 30 kms/h, y tenemos que recorrer 80 kms, así que imaginen el tiempo perdido. Esto es una restricción para cualquier turista, inclusive los chinos, de lo contrario hay que pagar una multa de 100 yuanes por minuto (usd 16).
En este tiempo aprovecho a caminar en un pueblo de pocas casas construídas con barro, como la mayoría de los pueblos de campaña que he visto en el Tibet (TAR y Amdo), y seguramente sea similar en la parte de China campesina. Utilizan la bosta de los animales como combustible para calentar las casas, y para ello preparan a mano una especie de tortas que secan al sol durante el verano. Me encuentro con unos niños que lógicamente me observan con sorpresa. LLevo un sombrero y un protector japonés sobre el cuello para evitar quemarme con el sol, así que si me miran en las ciudades, aquí soy claramente un extraterrestre!. La comunicación comienza con una sonrisa, y un hola con la mano y su expresión ¨tashi de lek¨(hola que tal?). Luego, es un juego de imaginación y ¨dígalo con mímica¨ para poder conseguir su atención. Siempre consigo sacarles una sonrisa, incluso a los adultos, porque en ningún momento ni en ningún lugar me cohibo ni me importa que mis expresiones artísticas les hagan reir. Al final, consigo transmitir lo que básicamente quiero.

El paisaje sigue siendo variado en colores y constante en geografía. Cielo azul intenso, nubes bien blancas, verde de los valles y los árboles, marrón de la roca, blanco de las cimas, amarillo de las flores de las semillas de aceite (no he conseguido aún saber cual). Las carreteras recorren valles todos rodeados siempre de montañas unas más altas que otras, algunas con nieve en su cima, otras simplemente rocosas. Ríos y lagos bordeados de árboles, poblados algunos de ellos bien precarios.



Llevo ya 15 días en la región tibetana (Amdo y TAR) y ya he visitado decenas de monasterios y templos budistas tibetanos y siento que ¨algo¨he conseguido aprender!. Son tantos los nombres, los Budas, los Lamas, sus discípulos, los reyes, los demonios protectores, el arte, las tradiciones y cultos, y mismo así las interpretaciones de las deidades varían según su artista. Son cuatro las escuelas u órdenes principales en el budismo tibetano (budismo tántrico) que s epractica desde el siglo 7 AD: Gelugpa (yellow head sect), Nyingma (red head sect), Khagtyu (black head sect) y Sakya (flower head sect). Son tres los Budas para los tibetanos: Buda pasado, llamado Dipamkhara, Buda presente, llamado Shakyamuni (el príncipe Siddhartha Gautama nacido en Lumini, hoy sur de Nepal), y el Buda futuro llamado Maitreya. Son tres los principales Lamas: el Dalai Lama (representa al sol y se encarna en Avalokishevara, el Bodhisatva (ser iluminado que vive en la tierra) de las once cabezas y 1000 brazos y ojos que lo ve todo y ayuda a todos), el Pachen Lama (representa la luna y se encarna en Mandichiria, Dios of Wisdom) y Karmapa (representa la estrella y se encarna en Bijarapami, el Dios enfadado). Hasta el día de hoy son 14 los Dalai Lamas; Tenzin Gyatso, el último de ellos se encuentra hoy exiliado en Dharamsala, al norte de la India. Actualmente los Lamas se reencarnan luego de su muerte en otro nuevo Lama que se encuentra luego de años de búsqueda y verificaciones… Y sigue y sigue, y ni sé como contarlo!. Lo que sí sé, es que los tibetanos son altamente religiosos y con una fé que jamás había visto, llenos de ritos y rezos, ofrendas y parafernalias.

Esta mañana mientras nuestro guía cumplía con otro requisito de registro y autorización para seguir camino al oeste, visitamos el monasterio de Tashi Lhunpo en la ciudad de Shigatse, la segunda ciudad de la región tibetana autónoma luego de Lhasa. Este monasterio construído en el año 1447 por el 1er. Dalai Lama, es uno de los seis principales monasterios del budismo tibetano. Sin duda una construcción grandiosa, que tiene más de 60 capillas con reliquias y estatuas religiosas, así como pinturas y murales coloridos, estupas, circuitos de kora, y casas de los monjes que lo habitan. Este monasterio se destaca por tener la mayor estatua en bronce recubierta de oro del Buda Futuro (Maitreya). A diferencia de lo que sentí durante mi visita al monasterio de Samye que conté anteriormente, en esta visita sentí algo bastante particular, aunque bien opuesto. Una energía que no me conectó con ninguna espiritualidad. Además de encontrarnos con muchos turistas chinos y por primera vez bastantes occidentales (la mayoría se dirigen al sur al Monte Everest y a la frontera con Nepal), este monasterio tiene una historia particular, que parece también estar avanzando a la mayoría de los templos y monasterios del Tibet. El estado ha tomado control de este monasterio y ha transformado a los monjes que lo habitan en funcionarios estatales, con un horario de trabajo y un salario mensual. La recaudación de las entradas y de las donaciones se destina en un porcentaje mayor al estado, y el restante para obras y mantenimiento del mismo. Como los monjes son funcionarios, durante el período de visitas estos deben estar en sus capillas cantando, rezando, organizando y limpiando para garantizar que los turistas y fieles disfrutemos y digamos lo bien que está todo. El monasterio cierra en horario de almuerzo. Nos comentan que una intervención similar se da en otros monasterios y templos en los que a allegados a los funcionarios del estado se les otorga la supuesta gestión administrativa y recaudatoria. Imaginemos el destino de los fondos…

En la tarde fuimos a la pequeña ciudad de Sakya y también visitamos su famoso monasterio construído en el año 1268 (la parte antigua, ya que hoy en día se ha reconstruído lo que fue destruído durante la Revolución Cultural). El mismo pertenece a la orden Sakya, que principalmente se diferencia de las otras tres en que su principal Lama no se reencarna, sino que puede casarse y tener hijos y así transmite el título a su hijo mayor. Esta famila que hoy lidera esta orden también se encuentra en la India en exilio. El monasterio cuenta con una librería que está considerada la mayor de todo el Tibet, libros escritos a mano por los monjes con las enseñanzas de Buda y vaya saber que más.



Disfruté especialmente caminar por las pocas calles llenas de tierra de su ciudad donde el pueblo estaba de festejo, las mujeres casadas con sus vestidos típicos multicolores y sus abundantes joyas, los hombres con sus sombreros clásicos jugando a los dados, y todo un ambiente de fiesta y jolgorio en las escasas dos cuadras de la calle principal.
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Otro día en las carreteras del Tibet conduciendo hacia el oeste. El paisaje parece cada vez más espectacular; vemos más picos nevados, incluso hoy granizó fuerte. En el camino nos encontramos con un accidente de un camión que acababa de volcar impidiendo el paso, y que por suerte no tuvo consecuencias humanas trágicas. Con el hábil chófer y el buen coche, conseguimos salirnos de la carretera y dejar atrás el accidente y seguir nuestro camino.


A medida que nos alejamos de Lhasa y luego de Shigatse, las dos ciudades principales, los pueblos que encontramos nos ofrecen cada vez menos servicios, menos posibilidades, menos confort. Ya sea para comprar provisiones, como para almorzar, y ni que hablar para dormir!. Con Doris ya nos damos cuenta que es la cuenta regresiva al estado básico, es decir, cuando lleguemos a Kailash serán dos días de naturaleza fría y sin ningún tipo de confort de la civilización: no habrá comida ni agua, dormiremos en algún monasterio o en una carpa, etc etc. Pero la verdad que pese a no ser una persona que me gusten estas andanzas, cada día estoy con más ganas de que llegué el día que nos tengamos que poner a caminar esos 53 kms entre 4560 y 5630 metros de altitud, en el pico del Drölma-la Pass. Serán tres días (dos noches) de kora en el monte sagrado, que espero me ayuden a sentir y vibrar como lo hacen todos los peregrinos del mundo que vienen hacia él.
Anoche el guesthouse tibetano en que nos quedamos no tenía agua caliente, así que en esa noche fría dí gracias por tener un baño en la habitación y me duché en fases, por momentos sintiendo dormidera en la cabeza de tan fría que estaba el agua. Pero que confortable acostarse calentito y limpio luego de tanto polvo del día, seguramente en deliciosas sábanas usadas por otros que no habían sido lavadas!. (A decir verdad, olían a humano! jaja).
Ahora les escribo desde la siguiente noche, desde un poblado de casas con calles de tierra, bastante precario, con una vista espectacular de los Himalayas con sus picos nevados. Hemos cenado comida muy sana especialmente pedida para mí en una taberna china de expertas cocineras. Luego unas cervecitas a temperatura ambiente con el chófer que como a mí le gusta el alcohol, y al cuarto. Hoy me toca dar gracias porque tengo un cuarto blanco recientemente pintado para mí solo y con tres camas, sábanas blancas que están limpias, un edredón, un termo con agua caliente y una útil palangana. A partir de esta noche y hasta cruzar la frontera con Nepal, no tendremos más baño privado, y por supuesto, no existen ni existirán duchas ni agua caliente corriente en todo el hotel. En este poblado no hay duchas públicas como encontré en otro pasado. Mi compañera Doris hoy se cuestionó por qué tomó la decisión de hacer este viaje, al que yo decidí unirme, aún sin conocerla. Creo que estaba con un poco de bronca de sí misma, y se emocionó, así que le di todo mi optimismo, comprensión y apoyo para ayudarla a salir de ese momento. Claro, la comprendo… para una chica acostumbrada como yo a vivir en sitios confortables y fuera de China, un país verdaderamente atrasado en su cultura en relación al cuidado higiénico y medioambiental, esta experiencia en la que nos hemos zambullido los dos comienza a darnos algunas sacudidas al sacarnos de nuestro círculo de confort (CF). Y creo que el imaginar lo que aún nos queda por delante nos da hasta un poco de sensación de inseguridad. Pero bueno, como dije antes, confieso que estoy absolutamente encantado de lo que estoy viviendo y lo que estoy aprendiendo, aún fuera de mí CF!. Como estoy convencido que todas las dificultades que nos tocan vivir son para aprender, intento siempre buscar esa enseñanza y me observo a mí mismo para no desviarme de ese objetivo. Sonrisa en boca, me resta documentar aquí como son los baños comunes del hotel, sin ningún tipo de agua corriente, y que constan de dos agujeros en el cemento elevado donde todo lo que sale cae y se acumula abajo de la planchada. Por supuesto, al mirar por el espacioso agujero se divisa claramente la montaña de desechos tal como si fueran los castillos de arena que solíamos hacer con arena al borde del mar. Interesante sistema, no hay que limpiarlo, es a base de acumulación y ¨laissez passer laissez faire¨!!. En la utilitaria palangana coloqué un poco de agua caliente, un poco de agua fría de un bidón que me dejaron en el pasillo para compartir con otros cuartos, y al estilo campestre, me trapié!. Como dije anteriormente, no hay como acostarse limpio y calentito en una noche lluviosa y fría frente a los Himalayas!. Good night!.
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Desayunamos ¨pah¨, una mezcla que los locales preparan con la mano a base de cebada, azúcar, queso deshidratado y té con manteca. Hacen una pasta y lo comen acompañándolo de té con manteca de yak. No parece muy tentador a los ojos de un extranjero, pero ¨a falta de pan buenas son las tortas¨!. Traigo conmigo sobrecitos de Nescafé que por suerte se me ocurrió comprar en el único sitio que los ví en Lhasa, y ayudan a que el desayuno se transforme en una relectura de la tradición tibetana!.
Continuamos hacia el oeste rodeados de más picos nevados del Himalaya, por una carretera que hace apenas dos años fue asfaltada, lo cual facilita el acceso a esta región remota. Pocos coches, por momentos parece que estamos solos o con los pocos grupos de tibetanos nómades que vamos dejando por el camino. Estos nómades, van cuidando su ganado, yaks, vacunos, ovejas, cabras, y ocaasionalmente algunos pocos caballos. Vemos algunos animales salvajes, pequeños ciervos, burros, y poco más. Nos movemos a más de 4700 metros promedio, y se siente en cualquier esfuerzo que realizo.



Llegamos hasta el también sagrado Lago Manasarovar (para los hindúes), o Mapham Yum-tso (para los tibetanos); aguas de color azul zafiro intenso que con los picos de nieve de las montañas que nos rodean, forman un paisaje inmensamente puro y maravilloso, aún en estas tierras un tanto inóspitas. Casi enseguida, divisamos el tan esperado Monte Kailash!. Cubierto de nieve, y en forma de pirámide es fácilmente reconocible e impresionante.


Pero este no será nuestro destino hasta dentro de dos días, así que seguimos aún hasta el punto más al oeste del Tibet, para pasar la noche en un poblado muy rústico llamado Tsaparang casi en la frontera con la India, del otro lado de los Himalayas (al otro lado la ciudad de Dharamsala). En el camino, pasamos por un nuevo paisaje que me deja absolutamente sorprendido, que lo llaman Tsa Earth Forest. Una zona montañosa pero muy arcillosa, sin vegetación, colores grises y arenosos. No parece el Tibet que veníamos conociendo, se parece más al Yellowstone Park americano!. Aumenta la temperatura porque hemos descendido a casi 3400 mts y es muy notorio para mejorar mi respiración frente a cada esfuerzo.



Antes de llegar al destino final, visitamos el pueblo de Zanda, donde debemos apersonarnos (como ya es habitual) en la policía para obtener el sello de control que nos habilite a quedarnos en la zona. En este pueblo visitamos el monasterio Toting, que a diferencia de todos los que había visto hasta ahora, nunca fue restaurado luego de su nefasta destrucción durante la Revolución Cultural durante el gobierno de Mao en las décadas de los 60´s y parte de los 70´s. Fue buena la experiencia para ver como durante ese período destruían y arrasaban con todo lo que podía ser una amenaza para el gobierno comunista. Una época caracterizada por la violencia y la destrucción en toda China. Aún los restos del monasterio y sus templos dejan imaginar su grandeza y belleza; las paredes pintadas al estilo hinduista de Kashmir, con las figuras budistas mucho más estilizadas que el resto de los templos tibetanos, trazos finos y llenos de detalles, colores rojos y dorados intensos. Hoy todo es ruina y recuerdos. Los pocos monjes que nos reciben tienen una zona muy menor donde viven y rezan.

Esta noche me toca dar gracias por la ducha caliente que tiene esta posada donde nos quedamos. Obviamente, baño comunitario, cuartos comunitarios, pero estamos en una casa de familia que tiene 4 cuartos grandes llenos de camas y dos baños ¨semi western style¨con agua corriente y una ducha caliente. Qué oasis!!. El baño tiene puerta, la ducha funciona, la dueña de casa cocina y nos atiende con dedicación y esmero. Hay muchos chinos con quienes compartiremos la noche. Mientras escribo, a menos de un metro a mi siniestra, una china muy femenina de presencia, que esta tarde la vi poniéndose una máscara facial para limpieza de cutis. ¨No todo lo que brilla es oro¨, dice el dicho… acaba de escupir tres veces en el suelo mientras charla con su amiga, y no se ha inmutado sabiendo que nos separan escasos espacios… y yo estoy de chanclas… suerte que no he sentido ninguna ¨lluvia¨en mi pie!. Qué chinos sucios; no dejan de sorprenderme. Lo peor es que no creo que para ellos sea algo fuera de lo comun, y menos una falta de respeto. Es parte de su cultura, y callo por ello. Pero cada día tengo más ganas de salir ya de su país. Me voy a dormir, la china volvió a escupir!. Buenos noches!.