Bali (por Raúl)
Llegamos a la isla de Bali procedentes de Surabaya (Java). Aeropuerto enjardinado, como otros de Indonesia. Negociamos el taxi que nos llevará al pueblo de Ubud en el centro de la isla. El viaje tomará más de una hora, atravesando algunas ciudades y pequeños pueblos. Desde la salida del aeropuerto, un aspecto prolijo como no habíamos visto en otros lados del país. Veredas arregladas, carpinterías llenas de muebles tallados, locales con cientos de esculturas representando dioses, remates de techos, adornos, fuentes. Empezamos a señalarnos a derecha e izquierda, casas suntuosas con sus hermosos techos piramidales rectangulares rematados con esculturas en los ángulos; templos con entradas talladas, puertas esculpidas doradas y rojas, riquísimos cielorrasos rayonados con bambú, espíritus tallados en madera y pintados en colores. Mercados coloridos, templos familiares más o menos ricos pero todos ocupando lugares de privilegio. En todo el trayecto y cada vez más frecuente, galerías de arte, tiendas de artesanía, de ropa. Todo con un sentido estético que nos va encantando: plantas, flores por doquier adornan el paisaje. Esta es la Indonesia que teníamos en nuestro imaginario.

Ubud. Hace muchos años, cuando Luis Alberto Solé era presidente de AIR y regresaba con su esposa Bimba de uno de sus numerosos viajes por el mundo me dijeron: Raúl, a tí que te gusta viajar y conocer lugares y culturas diferentes, tienes que ir a la Isla de Bali y lo antes posible antes de que el turismo internacional lo arruine. Llegué más de 30 años después y sin duda esto ha cambiado mucho, mucho. Pero a pesar de la invasión turística, Bali y en particular los pobladores de Ubud siguen manteniendo ese fuerte sentimiento religioso, mezcla de hinduísmo y animismo propio de sus ancestros que hace que traten de vivir en armonía con sus dioses, los seres humanos y la naturaleza.

Bali, otro aire!. Una cultura de cuidados detalles y culto a la estética, al orden y a la paz.
Una isla que inicialmente imaginaba llena de turistas australianos y ¨only party spirit¨, a la que pensé no visitar. Renata de Brasil, me insistió que no podía dejar de venir a esta maravillosa tierra, y que aún con lotes de turistas en el sur, el resto y especialmente la localidad de Ubud harían más que la diferencia. Siguiendo sus sabios consejos, aquí estoy amando!.
Una vez más sentí un país diferente, una nueva y quizás la alguna vez imaginada Indonesia con las bailarinas moviendo sus caderas, sus ojos expresivos, sus vestimentas y su colorido. Playas de aguas cristalinas, el color azul verdoso (como las fotos paradisíacas de los protectores de pantalla del ordenador), naturaleza exhuberante, volcanes, plantaciones de arroz en campos y terrazas en las montañas. Gente enormemente cordial y respetuosa, siempre con una sonrisa y un gesto de gratitud con sus manos. Talentosos artesanos que trabajan la madera obteniendo unas tallas, máscaras, muebles, etc que te dejan con ganas de llevar contigo algo de su belleza. Pero mejor el desapego, y verlo en cada uno de los sitios donde voy que en un depósito!.
Me metí en un arrozal y fui invitado, por señas obviamente, a ser parte del proceso de cortar, golpear para desgranar, y luego tamizar los granos de arroz. Muy interesante, y sin duda lo mejor fue la comunicación con los labradores (mujeres en este caso). Luego, una reconfortante agua helada con ellas para apaciguar un calor sofocante!.
Sorprendente ver a las mujeres balinesas trabajando a la par de los hombres en tareas pesadas, en las plantaciones, aún en la carga de materiales y mercaderías. Me llamó la atención, por ejemplo, que una chica joven fuese quien cargase dos tanques de buceo y el material para mí y mi compañero hasta el mar, sobre su cabeza, con excepcional equilibrio y decisión y ninguno de los hombres lo hiciera en su lugar. Tanques pesados, mujer esbelta, hombres cómodos!.
En Bali es importantísimo el trabajo comunitario, donde se ayudan unos a otros y en forma absolutamente gratuita.



Sin lugar a dudas una isla con una micro-cultura basada en el respeto, en la fé, en el trabajo del karma y las próximas vidas. Hinduístas con su toque animista (creencia en los espíritus del más allá), los balineses están siempre agradeciendo y realizando ofrendas de flores y comida a todo (los Dioses, el coche, las casas, el trabajo, la tierra, etc etc etc). Por las mañanas, generalmente las mujeres salen con grandes bandejas llenas de ofrendas preparadas en pequeñas bandejitas de hojas y flores, casi siempre algo de arroz e incienso, que reparten por todo cuanto lado, algo que por veces se torna complicado hasta esquivar (Raúl varias veces se llevó por delante ofrendas, flores e inciensos!!!). Tienen en todas las casas nichos de material con pequeños altares donde veneran a sus Dioses y colocan sus ofrendas. No es poco común ver a dichos altares, imágenes y estatuas, o incluso árboles, estar cubiertos por una tela a cuadros blancos y negros, señal de sagrado.





Hay templos familiares en las casas, templos comunitarios en cada lugar de trabajo o actividad (el templo del mercado, el templo del barrio, el templo de la empresa, etc) y los templos públicos. Templos por doquier!. Para entrar al templo hay que vestir adecuadamente para mostrar respeto a los Dioses; los hombres un doble sarong (especie de pareo en la cintura para cubrir las piernas), un satang (especie de cinturón sobre el sarong), y un udang (especie de vincha-turbante). Las mujeres bien cubiertas, siempre que no estén en período menstrual durante el cual no pueden entrar al templo. En una caminata por un arrozal, donde era para seguir derecho y llegar al encuentro de nuestro chófer, acabamos perdidos y sin esperarlo visitamos un templo espectacular, en el medio de la naturaleza, con una paz increible. Tuvimos que pedir ayuda para seguir el camino a los pocos fieles que oraban, y terminamos en un humilde poblado de pocas casas pidiendo ayuda a una familia, muy atentos, deseando ayudarnos y tratarnos como sus mejores huéspedes. Frente a esta experiencia, tomé una foto de familia con Raúl y algunas de las mujeres!.


Al igual que en otros sitios del país, los mercados locales se destacan por el comercio de alimentos tradicionales y a granel, las flores y demás elementos para la elaboración de ofrendas. Olores, colores y gestos de sus comerciantes inundan mis sentidos que generalmente no consigo transmitir en las pocas fotos espontáneas que intento documentar.



Interesante lo que pasa con los perros en esta isla de Bali, considerados los peores perros de toda Asia. Me sorprendía encontrarme una y otra vez con perros por el camino mal cuidados, bastante heridos algunos, sueltos y aparentemente sin dueño. Investigamos y me informaron que aquí los perros, el mejor amigo del hombre, es considerado el ¨último orejón del tarro¨, el último estrato. Muchos de ellos (así como los muchos de los monos que abundan por muchos lugares) tienen rabia. Hubo hace escasos dos años una epidemia de rabia que acabó con la vida de cientos de humanos por mordidas de estos animales. Eso, y la creencia de que los perros con sus ladridos están conectados con espíritus malignos, ha hecho que sea un animal no querido ni cuidado. Sin embargo, están intentando generar consciencia colectiva y parece que están intentando cambiar este concepto, aunque los tres perros en buen estado que vi estaban enjaulados.
En lugar de perros cuidados, abundan los gallos y gallinas sueltos por todos lados, y aparentemente muy bien tolerados por la gente.
El café plantado en Bali es también uno de los atractivos de la isla. Por un lado, un café húmedo como lo llaman aquí, donde pelan el grano antes de estar seco. Un café suave, no muy oloroso, que se suele preparar de una forma tradicional: se muele muy muy fino, y se coloca junto con el agua en la taza, se mezcla, y se deja unos minutos hasta que la borra baje al fondo. Se bebe sin filtrar, y depende de la cantidad de café que le pongan puede estar bueno o intomable (en mi opinión)!. Por otro lado, el famoso y carísimo Kopi Luwak, un café que puede llegar a costar hasta USD 1000 el kg. Su particularidad es que los granos son previamente ingeridos por un mamífero parecido a una comadreja, llamado civet. Los granos aún frescos qye este arrancó de la planta pasan por su aparato digestivo, y son defecados y luego recogidos para su consumo. Así es, granos de las heces del animal. Según dicen, una especialidad. Raúlo lo probó, yo le di un sorbo, y nada espectacular!.

Al igual que en Malasia, aproveché a bucear bastante en un mar transparente y cristalino, templado, lleno de peces y corales. He tenido experiencias increibles y diferentes al resto de mis inmersiones anteriores, como por ejemplo bucear en paredes de corales multicolores transportado sin tener que hacer ningún esfuerzo por corrientes submarinas. Parecía estar en una cinta transportadora, donde la fauna y la flora pasaba delante de mí inundando mis sentidos. Peces coloridos, pequeños tiburones, plantas multicolores, criaturas pequeñísimas, azules deliciosos. Raúl se dedicó al snorkling y quedó copado!. Alquilamos un coche con chófer y recorrimos la isla por sus sitios menos transitados por el turismo: Ubud y alrededores, lagos, Tulamben, Pemuteran al norte de la isla, isla Menjangan…). Atardeceres de ensueño, colores sobre las montañas y los volcanes, barcos de pescadores tipo catamarán de bambú.




Esta última noche en Bali soñé con mi hermano Mauricio, por primera vez. Era un sueño alegre, estaba toda nuestra familia, íbamos a reconstruir y reformar nuestra casa. Había un sentimiento de alegría, de cambio… Raúl me despertó a las 6AM y nos fuimos en un barco de un pescador local mar adentro a ver el amanecer, y casualmente vimos un grupo de simpáticos delfines. Muy emocionante!.































OM!























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